31 de agosto del 2018
El Hospital del Mar de Barcelona está ensayando con varios enfermos esta técnica neuroquirúrgica que ya ha probado su eficacia en otras patologías como el párkinson o la depresión. Por ahora, los investigadores han intervenido a cuatro pacientes y en tres de ellos ya se han detectado resultados "satisfactorios, aunque variables", aseguran los médicos que participan en el estudio: han empezado a ganar peso y se ha registrado una mejoría psicológica. Faltan, no obstante, otros cuatro enfermos por tratar para terminar el estudio y cerrar las conclusiones.
La estimulación cerebral profunda, como se conoce esta terapia, es una técnica neuroquirúrgica que consiste en enviar impulsos eléctricos desde una batería colocada bajo la piel a unos electrodos situados en unas determinadas zonas del cerebro. Los electrodos liberan las señales eléctricas en esas áreas celebrales para estimular la actividad nerviosa de la zona y regular la función cerebralafectada en esa patología. En el caso de la anorexia nerviosa, los investigadores han colocado dos minúsculos electrodos (menos de un milímetro) en el cíngulo y el núcleo accumbens, dos áreas del cerebro que pertenecen al sistema límbico, una zona clave, según los investigadores, en la fisiopatología de este trastorno alimentario. En estas áreas del cerebro, además, ya se había probado favorablemente la estimulación cerebral profunda para otras dolencias.
Esta técnica no estimula el hambre ni el apetito. De hecho, no trata la anorexia en sí, sino las dolencias y síntomas asociados, como la ansiedad o la afectación al estado del ánimo. Este trastorno alimentario, que afecta al 1% de los jóvenes, es el problema de salud mental con más mortalidad y comorbilidades, como la depresión o el trastorno obsesivo compulsivo. Lo que permiten los impulsos eléctricos que salen de los electrodos es inhibir un circuito cerebral que funciona anormalmente y que está vinculado, precisamente, al estado de ánimo, la ansiedad y el mecanismo de motivación y recompensa.
Pero la estimulación cerebral profunda no está indicada para todos los pacientes, al menos por ahora. Los investigadores han puesto el foco en el 30% de los pacientes de larga trayectoria (más de 10 años enfermos), que no responden a los tratamientos convencionales. El estudio del hospital del Mar solo incluirá ocho pacientes y la selección es muy minuciosa, porque la intervención es compleja —el neurocirujano perfora el cráneo para colocar, con un sistema robótico de precisión, los electrodos y luego se integra la batería bajo la piel— y los pacientes tienen que estar en plenas facultades cognitivas para decidir si participan o no.
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