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Te hablamos de las adicciones
  • ¿Qué pasaría si subiéramos el precio del alcohol?

29 de agosto del 2018

Estos excesos hacen que en en el viejo continente el alcohol sea la causa de 138.000 muertes cada año, afirma Cordis (Servicio de Información Comunitario sobre Investigación y Desarrollo). Además, según la OMS, un consumo superior a 20 gramos al día contribuye a que el riesgo de enfermedad coronaria aumente, independientemente del tipo de alcohol que se tome.


Por eso no es de extrañar que reducir o hacer desaparecer el alcohol como parte del ocio social sea en muchos casos un objetivo de país en el que se trabaja desde los gobiernos e instituciones. Las medidas para conseguirlo resultan a veces muy polémicas, como la que se ha empezado a aplicar esta primavera en Escocia, donde han conseguido implantar, por decreto del Tribunal Supremo Británico, un precio mínimo para la unidad de alcohol puro,10 ml —dos cucharas de café—, estipulado en 50 peniques (unos 55 céntimos de euro).

Esto significa, según los cálculos del mercado, que no habrá botella de whisky de 70 centilitros —la de tamaño habitual— a un precio inferior a unas 14 libras esterlinas (casi 16 euros) y que, en general, cualquier tipo de alcohol, ya sea cerveza, vino, licores o vodka, tendrá una subida considerable al pasar por caja. ¿Por qué? Básicamente, porque el consumo de alcohol en ese país se les había ido de las manos. En 2015, la tasa de mortalidad como consecuencia del mismo era de 22 personas a la semana, un 54% más que en Inglaterra y Gales. Y en 2016, la cifra subió a 24.

Beber más caro, ¿para beber menos?
La pregunta ante lo dramático de las cifras es: ¿de verdad dos o tres euros de más consiguen que dejemos de darle al alcohol? "La medida ahora tomada en Escocia no es algo que haya surgido al azar; por un lado se sabe que actuar sobre la oferta en el tema de precios disminuye claramente el consumo, y al bajar el consumo desciende también el número de adictos. Este tema está largamente discutido en el Parlamento Europeo", explica Francisco Pascual, coordinador médico de la Unidad de Conductas Adictivas de ALCOI y presidente de Socidrogalcohol. Es decir, que sí, que encarecer los cubatas ayuda a vivir en una sociedad más abstemia.

"Estas medidas van más dirigidas a la población de riesgo, entre la que podemos incluir a los jóvenes, que a los que ya han desarrollado una adicción", detalla Pascual. "Al poner un precio mínimo también se incrementa la factura de la bebida en supermercados lo que complica el acceso de los jóvenes a la compra o al menos la limita. Hay que tener en cuenta que no se trata de que la industria gane más, si no de disuadir de los consumos elevados".

Juan Carlos Melero, psicólogo y máster en Drogodependencias opina que este tipo de acciones, como la implantada en Escocia, u otras similares en Canadá, Ucrania o Moldavia, resultan muy útiles. "Son consideradas 'costoeficaces'm ya que con un coste económico limitado, se pueden conseguir resultados significativos. Siempre que no olvidemos que se deben proponer como parte de una estrategia global", matiza. "Para que una persona pueda tomar decisiones inteligentes ante el alcohol, que eviten consumos perjudiciales, tienen que darse varias circunstancias", comenta. Por ejemplo: "Que desparezcan las influencias sociales favorecedoras del consumo; que la persona disponga de información objetiva, y que pueda socializarse de manera positiva".

Obviamente, el impacto de iniciativas como el encarecimiento del alcohol tendrá una relación muy estrecha con el poder adquisitivo de cada persona. "Habrá a quien le resulte irrelevante la subida por tener una economía suficientemente desahogada. Pero para otras personas el efecto del incremento en el precio será mayor. Es probable que estas medidas sean más efectivas en aquellos con situaciones más precarias. En cuanto los jóvenes, con las tasas de desempleo actuales y las dificultades de emancipación, buscarán, como hacen ya, fórmulas más baratas de consumo, con bebidas de baja calidad compradas en supermercados o tiendas de conveniencia y consumidas en la calle. Efectos secundarios, por cierto, que también han de tenerse en cuenta".