22 de agosto del 2018
La subdirectora médica del Hospital de Psiquiatría con Unidad de Medicina Familiar Número 10 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) asegura que las personas con vigorexia se obsesionan con el ejercicio y pueden dedicarse a ello por varias horas.
“Se ejercitan por más de una hora y media y están constantemente en la búsqueda de programas de entrenamiento para mejorar sus músculos con el objetivo de agrandarlos”, precisa.
Rodrigo, un ingeniero informático, admite que puede pasar hasta seis horas en el gimnasio. “Hacer ejercicio es sano; sólo busco tener un buen cuerpo, ser fuerte. No veo que eso tenga nada de malo”, explica.
Pero no solo eso. Quienes padecen vigorexia también recurren al consumo de complementos alimenticios no regulados por organizaciones sanitarias con el fin de seguir agrandando su cuerpo, lo que los lleva a sufrir problemas físicos y mentales.
“Empecé a tomar medicamentos, suplementos; tomaba todo lo que me daban, pero me ponía muy nervioso, hasta violento. Era incontrolable. Perdí muchos amigos por eso”, rememora Ernesto.
De Martini explica que, debido a la obsesión de estas personas, sus relaciones interpersonales se ven considerablemente afectadas “porque los enfermos sienten que no los entienden, que están en desacuerdo con ellos”.
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