19 de julio del 2018
Como su nombre indica, el hambre emocional es un trastorno alimentario que está muy relacionado con las emociones y los sentimientos que experimentamos. Así, de manera repentina, podemos sentir una enorme necesidad de comer, pero ni siquiera sabemos el qué ni el porqué de esa urgencia. Luego, una vez que nos saciamos con lo primero que encontramos a nuestro alcance, podemos acabar experimentando un sentimiento de culpaporque eso que hemos consumido no ha satisfecho nuestras necesidades, que efectivamente eran de otro tipo. ¿Qué consecuencias tiene este desorden alimentario? ¿A quién afecta? ¿Podemos controlarlo?
El hambre emocional, también conocido como ingesta emocional, es un trastorno de la alimentación que, según Elia Frías Moreno, psicóloga experta en nutrición y fundadora de Globalpsique, hace referencia a “una conducta desadaptativa y desequilibrada motivada básicamente por factores psicológicos, biológicos y familiares”. En virtud de esta conducta, la relación funcional que todos mantenemos con la comida deja de serlo, convirtiendo a ésta (o a determinados alimentos), en “un refuerzo positivo a corto plazo, con el fin desesperado de mejorar un bajo estado de ánimo”.
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