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Te hablamos de las adicciones
  • La cocaĆ­na y el alcohol en el mundo profesional

22 de diciembre del 2016

A diferencia del cannabis, que disuelve la conciencia en una dispersión incompatible con acciones que exijan eficacia funcional, la cocaína aparenta agudizar ese tipo de eficacia, por lo que se percibe como una droga que “favorece” el desempeño profesional, sobre todo, en entornos en los que la presión por la excelencia es mucha y un error supone quedarse fuera.

Por todo ello es que está estrechamente ligada a los profesionales y surge como bastón en muchas empresas en las que la cualificación de perfiles y la competencia sobreexigida es algo así como una identidad. En este sentido, la cocaína ofrece una lejanía emocional y un blindaje contra los propios estados de ánimo que habilita a los consumidores a soportar lo insoportable y se asocia -equívoca e infelizmente- a los ganadores de ese mundo competitivo, a los que brillan, a los que no tienen fisuras, dudas ni preocupaciones.

No obstante, todo aquello no es más que un triste escaparate. Porque podrá parecer por un tiempo la persona más exitosa en su campo, estar en la cúspide de su carrera y lucir imponente, pero mucho más temprano que tarde, la cocaína (que nunca viene sola y lo veremos más adelante), arrasará con todo; con su vida profesional, su vida personal, sus relaciones, su rendimiento, su reputación, su status y más.

El mal hábito de estar constantemente entre la euforia y la disforia

Ese es, concretamente, el efecto que el consumo de cocaína provoca. Algo así como un efecto rebote, de modo que tras la fase de “subida” rápida e intensa, estimulante y eufórica aparece la fatiga y la disforia. De hecho, justamente por la corta vida de esta sustancia en el organismo, los consumidores pre­cisan de dosis frecuentes -y cada vez más importantes- para mantener los efectos. Con el tiempo, los consumidores de cocaína suelen experi­mentar, además de la sensación de euforia, excitabilidad e hiperactividad, ciertos comportamientos estereotipados o repetitivos, tendencia a la violencia y deterioro de la capacidad de juicio.

¿Más alarmas? Allá vamos. Según datos que surgen del informe anual 2015 del Observatorio Proyecto Hombre -junto al Plan Nacional sobre Drogas y la Obra Social La Caixa, la cocaína es, después del alcohol, la sustancia que más adicción genera entre los españoles y por la que más acuden, también tras el abuso de vodka, whisky, sucedáneos, a buscar tratamiento para rehabilitarse. El documento también destaca el incremento de consumo de cocaína por vía intravenosa y fumada, mientras que antes era casi exclusivamente nasal la forma de ingerir esta droga.

No obstante, como mencionábamos anteriormente y como surge del informe citado, existe un vínculo que se repite de forma frecuente, y es la asociación entre el consumo de cocaína y alcohol. Manel Colomer, director del Centro de desintoxicación SinConsumir, nos señala que: aproximadamente el 70% de los consumidores de cocaína, también consumen alcohol.

¿Llamativo? ¿Por qué ocurre esto? Veamos. Muchas veces el problema comienza con el uso social del alcohol y se le van sumando otras sustancias. Si las sensaciones experimentadas resultan agradables, la combinación se repite porque una sustancia contrarresta el efecto de otra y se hace más fácil “disimular”.

Ahora bien, de acuerdo a lo que explica la Dra. Sira Díaz Morán, Psicóloga especialista en Psiquiatría, cuando hablamos de la asociación entre el alcohol y la cocaína, no hace falta que la persona consuma en grandes cantidades porque lo importante es el vínculo que se establece entre ellas. De esta forma, una persona en tratamiento (y su familia) debe saber que no podrá beber alcohol si no quiere volver a despertar la adicción a la cocaína; por varios motivos:

  • A nivel fisiológico, la adicción domina determinadas áreas cerebrales, las cuáles conseguimos “dormir” cuando el paciente deja de consumir. Por ejemplo, si la persona volviera a consumir alcohol, estas áreas se volverían a activar y la persona no tardaría en tener problemas.
  • A nivel psicológico, muchos pacientes explican cómo una vez que se sienten un poco desinhibidos por el alcohol es cuando consumen cocaína (pero no antes). La repetición de esta asociación hace que se cree un hábito, que para el cerebro es complicado de eliminar si no es ante la reprogramación y substitución por otro hábito que haga incompatible este consumo.

La cocaína sola y/o combinada, en pequeñas o en grandes dosis, es altamente nociva, una combinación que lleva a la inevitable y triste decadencia personal y profesional

Por ello, que el consumidor sea capaz de reconocer el problema es el primer paso para conseguir ayuda. Ciertamente, y a pesar de las buenas intenciones que cada uno tenga, es muy complicado que el adicto a estas sustancias sea capaz de dejarlas voluntad propia.

En cambio,  buscar ayuda de profesionales expertos e idóneos para dar este paso es un sinónimo de fortaleza y una forma de ser honesto con uno mismo y con las personas del entorno. Así nos lo asevera Manel Colomer, que además nos señala los cuatro pasos necesarios para una buena recuperación:

  • Desintoxicación: cuerpo y mente.
  • Deshabituación: erradicar los hábitos de consumo (directos e indirectos).
  • Rehabilitación: descubrir lo saludable que es la vida, cuando no atentas contra ella todo el tiempo y además desarrollas hábitos saludables.
  • Reinserción: prudente y necesaria, para recuperar las riendas de tu vida.

 


Fuente - sinconsumir.com
                22/12/2016