07 de octubre del 2016
Cuando unos padres descubren que sus hijos están consumiendo drogas, las reacciones iniciales suelen incluir sentimientos de culpabilidad, de ira, de vergüenza o incluso, de no querer aceptar la realidad. En medio de este vendaval de emociones, los padres se encuentran solos y sin apoyos, algo que contrasta con la situación de los hijos. Ellos muy probablemente formen parte de un grupo donde se habla abiertamente de drogas y se apoyan unos a otros... muchas veces en contra, precisamente, de los padres.
El tratamiento de drogodependencia se hace imprescindible cuando las drogas se integran en la vida de una persona, de tal manera que la organizan supeditando otras metas vitales como relaciones afectivas estables, mantenimiento de un trabajo, del nivel de estudios o acarreando problemas legales. Sin embargo, no es necesario esperar a situaciones de gravedad para recurrir a un centro asistencial ya que en ellos, los consumidores y sus familias, van a encontrar información y orientación.
A través del tratamiento de drogodependencia se pretende que la persona permanezca en la abstinencia a las drogas, es decir, que no necesite consumir, abordando su dependencia tanto a nivel físico como psicológico. También existen otros tratamientos en los que no se plantean estas metas, sino una mejora en la calidad de vida, es decir, una reducción del daño producido por los consumos, sin pretender la abstinencia a la sustancia consumida.
Según los objetivos marcados por los tratamientos de drogodependencia, existen distintos programas:
- Programas Libres de Drogas. Tienen como objetivo la abstinencia y el cambio de estilo de vida del drogodependiente. Consta de tres fases: desintoxicación, donde se trata la dependencia física; rehabilitación, cuyo objetivo es reestructurar la vida del individuo recuperando las relaciones familiares, sociales... y la reinserción, que está orientada a facilitar su adaptación al medio social.
- Programas de Reducción de Daños. El objetivo es la mejora de la calidad de vida del consumidor sin pretender su abstinencia (programas de metadona, centros de emergencia social, dispositivos móviles...).
En ocasiones, cuando la persona no reconoce su dependencia o no muestra ningún interés en hacer un tratamiento, ni cambiar su situación de consumo, la actuación de la familia es determinante. Es necesario que la familia marque unas pautas de respuesta claras ante este problema, ya que de ello dependerá, en muchas ocasiones, la toma de decisión final del afectado. Para ello, es de gran ayuda acudir a un Centro de Orientación Familiar, en el que los profesionales ayuden al establecimiento de dichas pautas, con el fin de lograr esa motivación para el tratamiento.
La familia desempeña un papel importante en el proceso asistencial de un drogodependiente, además de facilitar que el consumidor tome la decisión de hacer algo para remediar su situación, de motivarle para el tratamiento, puede ofrecer un apoyo paralelo al mismo, decisivo en la rehabilitación. Paralelamente al proceso que se realiza con los afectados, existen programas en los que se orienta y se facilitan pautas de actuación para los familiares, capacitándoles para abordar mejor estas situaciones.
Lo que se debe evitar:
- Desesperarse. No todos los que se inician en el consumo de drogas se convierten en consumidores habituales.
- Culparle, ni "echarle en cara" todo lo que hemos hecho por él.
- Convertirse en perseguidor, obsesionado por seguir sus pasos.
- La crítica continuada y violenta de su comportamiento.
- Utilizar el castigo como único recurso para evitar que continúe consumiendo.
- Acosarle continuamente con preguntas, sospechas, acusaciones, etc. pues con ello sólo conseguirá que se aleje de nosotros cada vez más.
- Desentenderse de él no prestándole atención.
Lo que se debe procurar:
- Dialogar con nuestro hijo analizando las circunstancias que le llevaron al consumo.
- Favorecer el acercamiento de nuestro hijo hacia nosotros, comportándonos de manera que vea en nosotros alguien a quien recurrir en solicitud de ayuda, y no alguien del que hay que huir por temor al castigo.
- Mostrarle afecto por lo que es él, independientemente de lo que haga.
- Reflexionar sobre lo que podemos hacer por nuestro hijo. Intentar dedicarle más tiempo y prestarle algo más de atención.
- Entender que estamos ante un ser humano que tiene problemas y no ante 'un problema'.
- Transmitirle que creemos en su capacidad para dejar las drogas.
- Mostrarse siempre de acuerdo con nuestro cónyuge respecto al consumo de drogas. El mensaje no puede ser ambivalente.
En cuanto se detecte el consumo, ya sea esporádico o una dependencia, hay que actuar cuanto antes y no ocultar el problema. El primer paso es solicitar orientación y ayuda. Este primer contacto con profesionales es fundamental para no sentirnos solos y perdidos.
Fuente - hacerfamilia.com
07/10/2016