08 de junio del 2016
El deterioro cognitivo y conductual que el consumo de estas sustancias ocasiona es severo y sus efectos pueden perdurar por largo tiempo, incluso después de abandonar el consumo, explica la doctora Nayeli Páez, investigadora responsable del Laboratorio Integrativo para el Estudio Sustancias Inhalables Adictivas del Instituto Nacional de Psiquiatría Dr. Ramón de la Fuente Muñiz.
En las secundarias y preparatorias de la Ciudad de México, los inhalables son la segunda droga más consumida. Se calcula que estas sustancias han sido consumidas por lo menos una vez por 10.8 por ciento de los chicos y 10 por ciento de las chicas.
Su bajo costo, el hecho de que se encuentran presentes en productos legales y la facilidad con que se pueden adquirir, vuelven estas sustancias la perfecta droga de entrada, comenta Nayeli Páez.
“Los niños pueden tener acceso fácilmente a estos productos, desde unos marcadores en la papelería, pegamentos o tíner en la tlapalería, e incluso el barniz de uñas que nos puede parecer tan inocuo”.
Estudios en el campo de las ciencias sociales apuntan a que cuando los niños tienen mayor poder adquisitivo cambian a drogas como la marihuana o la cocaína, detalla la investigadora.
Considerando todos los grupos de edad, las sustancias inhalables son la tercera droga más consumida en México, solo después de la marihuana y la cocaína.
Los niños en situación de calle, que son la población de consumo más visual, refieren que inhalan las sustancias para no sentir hambre, para no sentir frío, para quitarse la ansiedad ante su situación y apagar sentimientos de soledad; además han reportado buscar las alucinaciones que producen, explica Nayeli Páez.
Sin embargo, en los estudiantes de secundaria y preparatoria, los motivos de consumo son muy diferentes. Este grupo busca experimentar sensaciones nuevas, algo muy característico de la adolescencia. Además, existe una creencia general, entre los niños, de que estas sustancias no hacen daño, pues las consiguen de forma fácil y legal.
“Ahora los chicos que inhalan se han vuelto muy sofisticados, porque ahora mezclan el tíner con algunos aromas, ellos los llaman sabores y puede ser cualquiera: fresa, vainilla, guayaba, en fin. Entonces ese aroma desagradable queda enmascarado con estos aromas agradables, lo que puede alentar a un mayor consumo”, explica la investigadora.
Esto al conjuntarse con situaciones de pobreza, como mala alimentación y falta de acceso a servicios de salud, agrava los deterioros que las sustancias inhalables ocasionan en el cerebro humano.
Los productos utilizados como drogas inhalables representan una amplia mezcla de sustancias. Pero el tolueno es el compuesto que se encuentra invariablemente en cada uno de estos productos y el que se acepta es el responsable de las alteraciones neurológicas.
El tolueno es una molécula química muy sencilla y de naturaleza lipídica, es por esto que antiguamente se creía que tenía la capacidad de llegar al cerebro y simplemente disolverlo, narra Nayeli Páez.
Pero estudios recientes han encontrado que esta sustancia sí tiene blancos moleculares, es decir, sí se une a receptores específicos en el organismo. Y a pesar de que actúa en una gran cantidad de receptores de neurotransmisores —como glutamato, GABA, serotonina, nicotínicos, etcétera—, su mecanismo de acción es específico, inhibiendo algunas funciones cerebrales y estimulando otras.
Uno de los efectos más reportados por el consumo crónico de estas drogas es la pérdida de memoria. Las alucinaciones persisten, pero contrario al efecto inicial del consumo, se produce ansiedad y depresión, que eran justo los estados que el consumidor deseaba mitigar.
A nivel de tejidos, el consumo causa un ensanchamiento de los ventrículos cerebrales y ocasiona la muerte neuronal, lo que se va traduciendo en un deterioro cognitivo severo.
Un agravante de estos efectos es el consumo a tan temprana edad, recalca Nayeli Páez. Se sabe que el cerebro no termina de madurar alrededor de los 20 años y esta es una droga que se consume por niños en torno a los 12 años, por lo que el desarrollo de este órgano se ve seriamente comprometido.
Existen distintas aproximaciones farmacológicas que buscan mitigar los efectos nocivos que tienen los inhalables en los consumidores o que buscan facilitarles la abstinencia, aclara la investigadora.
“Por ejemplo, existen fármacos como la risperidona, el haloperidol o las carbamacepinas que ayudan a controlar la psicosis paranoide. También está la lamotrigina que reduce el deseo compulsivo por la sustancia y la vigabatrina que disminuye la dependencia”.
Pero a pesar de que existen varias alternativas farmacológicas para estos pacientes, no existe una que abarque todos los efectos y el deterioro causado por las sustancias inhalables. Por ello han surgido como alternativa los tratamientos de tipo conductual.
Estas terapias son consideradas holísticas o integrales, pues incorporan aspectos de identidad cultural, armonía con el medio ambiente, habilidades de liderazgo, inteligencia emocional y mejoramiento de la autoestima, comenta Nayeli Páez.
Estos tratamientos han tenido resultados positivos en los pacientes, motivándolos a retornar a sus estudios, a sentirse más seguros y mantener periodos de abstinencia.
En el Laboratorio Integrativo para el Estudio Sustancias Inhalables Adictivas del Instituto Nacional de Psiquiatría, se están investigando los efectos de este tipo de terapias en modelos animales, incluyendo variables como estimulación social, estimulación motora, estimulación visual y estimulación cognitiva.
Ya en la literatura se han reportado casos de mejoría en modelos con Alzheimer, enfermedad de Huntington, Parkinson y adicción, tratados con terapias conductuales, por lo que queremos conocer si tienen efectos positivos en individuos que han tenido un consumo de sustancias inhalables adictivas, concluye la investigadora.
Fuente - conacytprensa.mx
Autor - Violeta Amapola Nava