20 de abril del 2016
“Esto es a la neurociencia lo que el Bosón de Higgs fue para la física de partículas”. Con esa frase, el investigador David Nutt, del Imperial College en Londres, resumió lo que se ha convertido en el estudio más importante acerca de la droga psicodélica LSD, desde que fue sintetizada por primera vez por el químico Albert Hofmann, hace casi 80 años.
El LSD fue considerada como la droga por excelencia de la contracultura hippie. Expertos aseguran que fue fuente de inspiración de un sinnúmero de canciones y películas insignias de la cultura popular, pero también es una de las sustancias más estigmatizadas por la sociedad. Desde los años sesentas, época en que su rápida popularización la condujo a la prohibición en muchos países, los efectos del LSD a nivel cerebral habían permanecido bajo un manto de incertidumbre.
A pesar de que en sus primeros años de estudio la droga fue considerada como tratamiento en la psicoterapia, después de los convulsionados años sesenta dejó de tener cualquier valor médico para los investigadores, obra de la censura que sufrió incluso para la comunidad científica.
De hecho, para el estudio que condujo Nutt, tuvo que pedir un permiso al comité de ética del Reino Unido que se demoró 9 meses en ser aceptado. El psiquiatra británico contó con 20 voluntarios, todos con experiencias previas con consumo de alucinógenos, que se ofrecieron a exponerse al viaje psicodélico en nombre de la ciencia.
A cada voluntario se le dieron dos muestras, una con 75 microgramos de LSD y otra con una droga placebo. Por cada muestra, se sometieron tres veces a un escáner de resonancia magnética, con lo que se armó un mapa de la actividad neuronal, tanto con la experimentación del LSD como sin ella.
“Encontramos que bajo el efecto del LSD, en comparación con el placebo, regiones dispares del cerebro empiezan a comunicarse entre sí, cuando normalmente no lo hacen”, explicó Nutt a la revista científica Nature.
De acuerdo con los especialistas, en condiciones normales, la información visual que recibimos es procesada por la corteza visual del cerebro. Pero bajo el LSD, el sistema de visión se comunica con muchos más segmentos del cerebro aparte de la corteza visual. Con esto, muchas otras áreas cerebrales contribuyen al procesamiento de las imágenes. Esto también podría ser una razón del por qué las emociones también entran a jugar un rol clave en las alucinaciones producidas por el LSD.
“Con lo que encontramos, podríamos concluir que este efecto es la base de la profunda alteración del estado de conciencia que las personas describen durante la experiencia con LSD", explicó el Dr. Robin Carhart-Harris, parte del Imperial College. “Las drogas psicodélicas, pero en especial el LSD, son unas poderosas herramientas para comprender la naturaleza de la consciencia humana”, enfatizó el investigador.
Fuente - semana.com
12/04/2016