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Te hablamos de las adicciones
  • Adicción a los tatuajes, ¿realidad o leyenda urbana?

23 de septiembre del 2020

Anónimo

En las últimas décadas, el mundo de los tatuajes y la visión que la sociedad tiene de ellos ha cambiado de forma radical. Ya poca gente los asocia a ambientes marginales, y cada vez es más común encontrar a personas, en cualquier ámbito, luciendo orgullosos sus tatuajes.

Pero, ¿cuánta gente se queda en un solo tatuaje? No hay estudios sobre el tema, pero seguro que todos tenemos a alguien en mente que se hizo un tatuaje... y luego otro, y otro, y otro más. Por eso, mucha gente habla ya de la adicción a los tatuajes, pero, ¿hay base científica que la confirme?

Hemos recopilado las opiniones de tatuadores, psicólogos y personas tatuadas para arrojar un poco de luz sobre ese gusanillo que producen las agujas.

Graciela Amador, psicóloga de la Universidad Católica de Colombia, apoya la teoría de la adicción. Considera la adicción como cualquier acto compulsivo, repetitivo, que aporta una gratificación temporal, que se incrementa a largo plazo. Stuart Ross, de la Universidad de Newman (Reino Unido) añade, además, que esa gratificación no se desarrolla solo por el resultado final del tatuaje, sino por el propio proceso, dolor incluido.

En el bando contrario a la consideración del hecho de tatuarse reiteradamente como una adicción, se sitúa Viren Swami, psicóloga de la Universidad de Westminster (Reino Unido): «Las personas con más de un tatuaje tardan entre dos y siete años en hacerse el segundo; no suelen tomar decisiones apuradas porque ya saben lo que significa tener uno». Adriana Guraieb, psicoanalista argentina con diversas publicaciones sobre tatuajes, defiende que la razón por las que las personas se tatúan repetidamente no tiene nada que ver con una adicción, sino con la sensación de estar unido a algo que perdura, en una sociedad como la actual en la que todo parece temporal.

Los tatuadores son, probablemente, quienes más de cerca viven la realidad de clientes que regresan una y otra vez a sus estudios. Marco Venegas, del estudio Dermagraphic, no duda: «Rotundamente, sí. Hay una adicción a los tatuajes». Lo razona en función de distintas variables: el gusto por llevar en la piel una pequeña obra de arte, la vanidad de que los demás te alaben el tatuaje e, incluso, ha conocido casos de personas a las que el dolor que produce el proceso les ha llegado a resultar placentero.

Andrea Piña cree que el gusto por los tatuajes se define en dos vertientes: los apasionados, que consideran el hecho de tatuarse como parte de su vida, y quienes lo hacen por moda, porque cada vez más gente se tatúa y quieren formar parte de ese colectivo. Y puntualiza que «si realmente te apasionan los tatuajes y puedes permitírtelo económicamente... te vicias».