26 de agosto del 2020
Boris C. Rodríguez-Martín PhD
Aunque el término fue propuesto por primera vez en 1956, no había despertado mucho interés hasta hace aproximadamente dos décadas. Según una revisión publicada en el Yale Journal of Biology and Medicine, hasta el 2008 solamente se publicaban hasta cinco artículos por año en la Web of Science, cifra que en la actualidad se ha incrementado hasta más de 70.
La idea parte de la dificultad que numerosas personas presentan para resistirse a ciertas comidas “apetecibles”, usualmente altamente calóricas y muy procesadas. En este sentido, se considera que el acto de comerlas en exceso tiene un potencial adictivo.
Mucho antes de que se utilizara la cocaína para producir Coca Cola o que la heroína se comercializara como “medicina heroica”, el potencial adictivo del chocolate ya era mencionado en las publicaciones científicas del siglo XIX.
El Journal of Inebriety, con publicaciones periódicas desde 1876 hasta 1914 era una de las revistas más prestigiosas sobre adicciones en la época. En julio de 1890, se alertaba sobre el potencial adictivo de un grupo de alimentos estimulantes. Era el primer artículo del volumen 12, número 3, donde se analizaba el ansia enfermiza y la paralización del control.
También se alertaba de las dificultades en el control del consumo de cocaína, en una época donde el consumo de esta sustancia estaba presente en numerosos medicamentos y productos. Resulta curioso que la primera vez que en esta revista aparece el termino adicción en 1890, fuera utilizado para referirse al chocolate. Es importante aclarar que el término adicción solo era usado para indicar dependencia a sustancias diferentes al alcohol.
Un siglo después el debate al respecto no ha cesado, como lo demuestra el artículo de 1999 titulado “Chocolate: ¿droga o comida?”, publicado en el Journal of the American Dietetic Association.
A día de hoy no existe consenso en la comunidad científica acerca de si la adicción a la comida es una adicción a sustancias, como por ejemplo el azúcar, o es una adicción comportamental, relacionada con el acto de comer. Una buena defensa de la adicción al comer la podemos encontrar publicada en Neuroscience and Biobehavioral Reviews.
Los autores del citado artículo defienden que este trastorno tiene más similitudes psicológicas y fisiológicas con las adicciones comportamentales, que con la adicción a sustancias. En este sentido, no es la comida en sí, entendida como una sustancia externa la que activa el sistema de recompensa, sino el vínculo endógeno que se establece entre las señales de hambre y saciedad con el sistema de recompensa, lo que permite explicar esta adicción.
En la actualidad existen diversas confraternidades como Comedores Compulsivos Anónimos (OA), Adictos a la Comida Anónimos (FA) o Anoréxicos y Bulímicos Anónimos (ABA) donde conductas como comer excesivamente, restringirse, ayunar de forma intermitente o purgarse son percibidas como compulsivas (a pesar de las consecuencias adversas) y con frecuentes recaídas (a pesar de numerosos intentos fallidos de controlarlas).