24 de julio del 2020
SCIELO
Todos los niños en algún momento han empujado a otro niño, han dado una patada a algún objeto cuando no consiguen lo que quieren, etc. Sin embargo, un niño que tiene un problema o trastorno de agresividad presentará algunas de las siguientes características:
Un niño agresivo actuará de esa forma en más de un ámbito de su vida: en la escuela, casa, eventos sociales, competiciones deportivas…
Para saber cómo actuar ante la agresividad en niños de 6 a 12 años, lo primero es no ponerse agresivo. Golpear, gritar o tirar objetos cuando tu hijo te lleva al límite no solucionará el problema. Simplemente le dará un ejemplo de cómo actuar de forma agresiva. Demuéstrale que puedes controlar tu temperamento y así le ayudarás a aprender que él puede controlar el suyo.
Debes intentar enseñar a tu hijo a reconocer y comprender sus emociones y guiarlo hacia formas aceptables de mostrar la ira, el miedo y la desilusión. Algunos consejos que te pueden ayudar son:
No esperes a que tu hijo acabe por ejemplo pegando a su hermano por segunda vez para decirle que ya basta. Tu hijo debe saber al instante cuando ha hecho algo mal. Puedes intentar “time-ins”: para de hacer lo que estés haciendo y pídele a tu hijo que se siente y permanezca en silencio. Abrázalo o tócalo de forma cariñosa, si tu hijo te lo permite. Después de unos minutos en calma, habla brevemente sobre lo que pasó. Luego simplemente reanuda tus actividades. (Esta técnica puede usarse en vez de mandarle unos minutos a su habitación: time-outs).
Una vez que tu hijo se haya calmado es bueno hablar sobre lo sucedido, pero antes de que se olvide del episodio, lo ideal sería un par de horas después. Trata de calmar y revisar suavemente las circunstancias que llevaron a ese comportamiento agresivo. Pídele que explique qué lo desencadenó. Enfatiza que es perfectamente normal enfadarse, pero que no está bien mostrarlo de esa forma: golpeando, dando patadas o mordiendo. Sugiere mejores formas de responder, por ejemplo, expresando verbalmente su emoción o alejándose de la situación o de la persona para que tenga tiempo para calmarse y pensar en qué hacer.
En la medida de lo posible, debes responder a cada episodio agresivo de la misma manera. Con el tiempo, tu respuesta consistente a este tipo de conductas establecerá un patrón que tu hijo reconocerá. Finalmente, tu hijo internalizará ese patrón y anticipará las consecuencias antes de actuar, este es el primer paso para regular su propio comportamiento.
En lugar de darle atención a tu hijo solo por ser malo, trata de hacerle ver lo momentos en los que es bueno. Enfatiza que el autocontrol y la resolución de conflictos son habilidades que necesitará para tener éxito y ser querido ya sea en el ámbito educativo o laboral. Si a tu hijo le cuesta avanzar en este tema, puedes recompensarlo cada vez que logra controlar su temperamento. Puede ser tan simple como tener un tiempo extra contigo. Lo importante es que el refuerzo sea algo que él quiera.
Si tu hijo daña la propiedad de alguien, debe de saber que hay que corregirlo. Es importante que el niño entienda que no se trata de un castigo sino de la consecuencia natural de un acto inadecuado hacia otra persona.
Muéstrale que reaccionar de forma agresiva es algo inadecuado porque daña o afecta a otras personas. Es bueno realizar ejercicios de supuestas situaciones para ir mostrándole cómo los actos de cada uno afectan a otras personas y desarrollar empatía. Para este consejo, te recomendamos el siguiente artículo, en él encontrarás actividades y juegos para trabajar la empatía en niños.