11 de diciembre del 2019
Anónimo
Recuerdo la primera vez que me lleve un cigarrillo a la boca. Era mi primer día en la preparatoria y por alguna razón se permitía fumar en la escuela. Algunos amigos que conocía desde secundaria ya sabían hacerlo y no dudaron ni un segundo en aprovechar esa libertad que se nos daba como menores de edad, como tampoco en enseñarme.
Han pasado 17 años desde entonces y no he dejado el vicio, pero a diferencia de esos años preparatorianos en los que se podía fumar hasta en los restaurantes cerrados sin que me importara un demonio si el humo afectaba al resto de los comensales, el entorno se ha convertido hostil para los fumadores. Y qué bueno.
Actualmente existen mil millones de fumadores en todo el mundo y de los 7 millones de personas que mueren al año, 6 millones son fumadores directos, mientras 890 mil son no fumadores expuestos al humo ajeno. En México hay cerca de 15 millones de fumadores directos.
Tanto en México como el mundo, las medidas antitabaco han proliferado desde mediados de la década pasada y con ellas el rechazo social a los fumadores. Pero la satanización social y regulatoria del consumo de tabaco no es la solución para evitar que surjan nuevos consumidores, ni para que exista una aproximación a la atención integral de lo que es una adicción que el 17.6% de las personas en México tenemos.
Entonces hay que preguntarnos qué es lo que tiene que suceder si la información disponible –y hasta las advertencias horrorosamente gráficas de las cajetillas– no logra que más de 3 consumidores de 10 que se llegan a proponer abandonar el vicio, lo hagan. ¿Se nos debe abandonar por haber tomado una decisión de difícil retorno, quizás motivada por razones estúpidas como la imitación y/o la aceptación social en una edad muy temprana?
La respuesta (por favor) no tiene que ser el abandono a nuestra suerte.
Partamos de 2 hechos: lo que genera adicción al cigarro es la nicotina y lo que genera las enfermedades relacionadas con el cigarro es el humo de la combustión generada por fumar.
En años recientes, ha surgido una variedad de productos que suministran nicotina de manera alternativa al cigarrillo. Todos hemos visto el uso de cigarros electrónicos que algunas personas usan sustituyendo el humo por vapor. Los vapeadores están regulados en algunos países, pero en México no. La reducción de daños, como concepto que intenta empatar políticas públicas, prácticas y tecnologías orientadas a disminuir el impacto en la salud por el consumo de sustancias, cobra fuerza en muchas partes del mundo, pero no en nuestro país (este buen artículo de Aram Barra ilustra con gran claridad lo que significa el concepto de reducción de daños y el futuro del consumo e tabaco).
El pasado mes de enero fui invitado por Phillip Morris (PM) a “El Cubo”, su centro de desarrollo científico en Neuchâtel, Suiza y a una de sus fábricas en Bolonia, Italia. En el primer edificio, la tabacalera que controla un tercio del mercado global de tabaco, se desarrolló un dispositivo llamado IQOS, que calienta tabaco sin combustionarlo para liberar nicotina en un aerosol que entra a los pulmones con hasta 95% menos de los químicos que generan enfermedades respiratorias, según las pruebas de la tabacalera. El método es parte de una cartera de otros productos que se encuentran en desarrollo para alcanzar la meta de dejar de producir cigarrillos, que PM se ha trazó hace 10 años cuando advirtieron que tenían que evolucionar o extinguirse en un mundo que cada vez será más hostil en la regulación del tabaco. En la fabrica de Bolonia, se produce el “stick” de tabaco, que en apariencia es un cigarrillo a la mitad que se introduce en el dispositivo y se vende en paquetes de 20, como las cajetillas.
Por cerca de un mes use el dispositivo e inhalé el aerosol y la sensación era lo más cercana a fumar, pero sin las molestias por el humo como el olor mismo, por lo que no encendí un cigarrillo en todo ese tiempo y me sentía mucho mejor. Todo terminó cuando por accidente comprobé que el dispositivo no resiste la caída desde un tercer piso y no pude adquirir uno nuevo, porque no están en venta en el país.
El IQOS sacudió la discusión global sobre los métodos alternativos de disminución de riesgo y actualmente es comercializado en casi 40 países donde existen 5 millones de consumidores, según PM. Más allá de pensar en este método o en dispositivos específicos, a lo que se debe aspirar es a que exista un desarrollo global de productos de riesgo reducido, para lo que tiene que haber discusiones y exigencia de evidencias por parte de las autoridades reguladoras sobre el impacto real de los nuevos métodos en la salud. La misma PM se ha enfrentado a la dificultad de introducir el IQOS al mercado de Estados Unidos, donde su órgano regulador, la FDA (Food and Drug Administration),tiene la visión de un mundo sin productos que generen adicción, que no es el caso del IQOS y su método de suministro de nicotina, pues es claro que la adicción sostiene el negocio. Además la FDA ha cuestionado seriamente si en verdad el producto reduce los daños más que el cigarrillo.
En México se han dado pasos importantes en la protección de no fumadores, pero nos hemos quedado muy atrás en la generación de un debate abierto, basado en evidencia, sobre la regulación del tabaco frente a los productos de disminución del riesgo. El 60% del precio de las cajetillas es grabado por Hacienda, pero de esos ingresos solo el 69% se destina a la atención de las enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco, según el Doctor José Manuel Mier Odriozola, mientras en nuestro país cada día mueren 110 personas, en promedio, a causa del tabaquismo.
Sin duda, lo primordial es fortalecer las políticas de prevención para evitar que existan nuevos consumidores de tabaco, pero más o menos en 20 años seguirán habiendo alrededor de mil millones de fumadores en el mundo y cualquier alternativa que disminuya riesgos para nuestra salud, debe ser tomada con responsabilidad.
La COFEPRIS va tarde y hoy que es el Día Mundial Sin Tabaco es una buena oportunidad para recordarle que aquí estamos y tenemos derecho a saber si existen alternativas que no nos matarán; con todo y a pesar de nuestra decisión de haber empezado a fumar por las razones estúpidas que hayamos tenido.