30 de octubre del 2019
AnĂ³nimo
Si bien los médicos recomiendan tomar una copa de vino todos los días, los efectos beneficiosos del alcohol pueden presentarse en bajas dosis. Pero es importante tener en cuenta que su consumo tiene efectos a nivel físico y psíquico. “El alcohol es la única sustancia que un adulto puede consumir diariamente en bajas cantidades sin que sea perjudicial”, indica el doctor Guido Bergman, cardiólogo y especialista en adicciones.
Sin embargo, “al aumentar la dosis, aumenta la alcoholemia y, por ende, comienza el impacto en el cerebro con manifestaciones típicas: pérdida de reflejos, coordinación, juicio, fuerza muscular, consciencia e incluso un paro cardiorrespiratorio producto de un coma alcohólico”, advierte el especialista.
Ahora bien, ¿qué sucede entonces si una noche salimos, comenzamos con unos vasos de cerveza y, de repente, nos encontramos ante la posibilidad de incorporar alguna otra droga?
Cada droga ejerce un efecto directo sobre el funcionamiento del cuerpo. En líneas generales, las hay de tres tipos:
-estimulantes (éxtasis, cocaína, cafeína, o drogas sintéticas en general);
-depresoras (marihuana, alcohol, inhalantes);
-alucinógenas (LCD).
Por lo tanto, sus combinaciones pueden tener efectos aditivos o contrapuestos. El problema es que no sabemos cuáles son las cantidades exactas para lograr esta especie de “balance”, por lo que podemos generarnos un daño al mezclarlas.
“El alcohol es un depresor, bloquea el lóbulo frontal y, por ende, el autocontrol y el juicio. Si se le suma, por ejemplo, la marihuana, se logra un efecto aditivo: quizás la persona sienta sueño antes, estupor o deterioro de la consciencia más anticipado”, explica Bergman. Ahora bien, también puede suceder que se combine con estimulantes.
“En este caso, el estimulante puede hacer que la persona no se duerma pero conserve la pérdida de juicio del alcohol. El ejemplo claro es mezclarlo con energizantes, que contienen cafeína”, ejemplifica. “También están quienes combinan el alcohol con la cocaína”, agrega.
Otro caso es la mezcla de alcohol y éxtasis. Aquí aumenta la temperatura interna y la deshidratación. O dos estimulantes diferentes, que elevan el ritmo cardíaco y la presión sanguínea por demás, debido a su combinación. En el caso de dos sedantes, pueden aumentar el riesgo de sedación extrema o coma.
“Usualmente la gente no combina dos drogas depresoras porque el efecto se suma en seguida y colapsan. Históricamente, suben con cocaína (estimulante) y bajan con alcohol (depresor). Pero siempre que se mezclan drogas el peligro aumenta, no solo a nivel cerebral sino físico”, asegura el cardiólogo.
Las consecuencias de la combinación de sustancias dependerán de cada persona. Sin embargo, existe un abanico de posibilidades. A nivel cerebral, el médico explica que se ven afectados los neurotransmisores y la parte eléctrica, lo que puede provocar “muchos desarreglos entre los neurotransmisores y provocar complicaciones, como convulsiones, brotes psicóticos, arritmias, paros respiratorios o infartos”. Pero también hay que tener en cuenta lo físico: “una persona que consuma cualquiera de estas drogas puede tener un evento a nivel del sistema digestivo o cardiovascular, como una muerte súbita”.