14 de julio del 2020
AnĂ³nimo
La marihuana produce un efecto extraordinariamente atractivo. Por un lado un estado de sedación; la persona se siente muy tranquila, placentera y junto con eso se le produce deformaciones sensoriales al percibir los objetos que circundan. Ve el cine de forma especial, escuchan los sonidos de modo diferente; por eso hay quienes están convencidos de que necesitan de ella para captar aspectos y formas que no detectan lúcido. Tocan a sus amigos con los que están consumiendo y los sienten de una dimensión distinta. Esta especie de juego y risa, en el cual va cambiando las sensaciones en medio de la sedación, es el comienzo del uso de la marihuana, la puerta de entrada a una vida de intenso sufrimiento.
Comúnmente se comienza a usar la marihuana a los 14 o 15 años, por curiosidad, por ser parte de un grupo, por experimentar cosas nuevas. ¿Por qué no probarla cuando se dice que no es adictiva, es natural y que no hace daño? piensa el joven. Probablemente, la fuma una o dos veces y no nota ningún efecto, pero después, como aprender a consumirla y a aspirarla ya sin miedo.
Se inicia el consumo de la marihuana, se busca repetir la experiencia, a lo largo del tiempo se desarrolla tolerancia, el efecto de la marihuana tiende a disminuir por lo que el consumo se hace más frecuente y solitario. El joven ya necesita comprar él mismo la marihuana, no es suficiente la que le convidan, aumentan la dosis y aparecen los síntomas tóxicos, el joven se ve cansado, ha perdido de peso o ha engordado, esta pálido, usa gotas para borrar el enrojecimiento de los ojos, deja el deporte u otros hobbies, duerme en exceso, disminuye su concentración y memoria, baja su rendimiento escolar, se relaja en su disciplina, esta irritable y reacciona con vehemencia a la observación de sus padres y a veces de sus profesores.
Ese estado se denomina síndrome amotivacional; su apariencia es la de un cuadro depresivo y a menudo es tratado como tal, por supuesto sin resultados. Algunos pueden sufrir intoxicaciones agudas, sienten mareo, se ponen pálidos y llegan a desmayarse una vez que consumen. Un porcentaje desarrolla fenómeno paranoideo, se sienten perseguidos y angustiados, han desarrollado adicción a la marihuana; la droga ya no produce placer, pero no atinan a dejarla y si tratan de hacerlo, vuelven al consumo.
En muchos países la marihuana se convierte en un problema social, cuando se le preguntan a las personas porque consumen la marihuana, responden convencido que se trata de una sustancia natural de origen vegetal, que no produce dependencia física y que eventualmente podría ser útil para el tratamiento médico de diferentes enfermedades. Las opiniones que banalizan los efectos y riesgos de la marihuana y que incluso apoyan iniciativas para despenalizar el cultivo de esta droga, se contradicen con los conocimientos alcanzados por la ciencia y la medicina 2, 3.
La investigación de los últimos años, cuyos resultados más significativos se resumen a continuación, demuestran los verdaderos efectos que provoca esta sustancia:
La marihuana es una droga que produce dependencia y adicción. Actualmente se conoce que su dependencia es un proceso psicológico que se traduce en cambios neuronales en el cerebro; dependencia psíquica y dependencia física son las dos caras de una misma moneda. Al fumarse, alcanza en pocos segundos el cerebro factor farmacocinético que facilita el desarrollo de la dependencia. El tetrahidrocanabinol, principio activo de esta droga, se fija a estructura química específica de la membrana neuronal. En el hombre, la marihuana se desliga lentamente de los receptores, por lo que los síntomas de privación, como irritabilidad, ansiedad y agresividad son menos evidentes, pero si, suficiente efectivos para que la persona persista en el consumo.
La marihuana produce las mismas enfermedades en el aparato respiratorio que el cigarrillo, especialmente las bronquitis crónicas, enfisema y cáncer pulmonar.
El tetrahidrocanabinol puede reducir la movilidad de los espermatozoides hasta en el 40% y el 30% de ellos, son incapaces de producir la enzima necesaria para atravesar la membrana externa del óvulo.
La marihuana produce déficit cognitivo en los usuarios, especialmente a nivel de la memoria, atención y capacidad de aprendizaje. Las limitaciones cognitiva y de la iniciativa determina que el consumidor tenga un rendimiento escolar y laboral inferior a quienes no la usan, el uso de la marihuana antes los 18 años reduce hasta en 10 unidades el coeficiente intelectual y eso es irreversible.
Existe una asociación entre trastornos emocionales y conductuales de la adolescencia y consumo de marihuana. El uso de esta sustancia se asocia a depresión, psicosis paranoidea y trastornos conductuales.
Actualmente existe la evidencia epidemiológica de que el consumir marihuana facilita el entrar en contacto, probar y abusar de otras sustancias adictivas.
El uso indebido de esta sustancia implica una profunda degradación moral aguda, con posibilidad de cronificarse y de rango individual, pero con potencialidades de generalización que la convierten en un fenómeno macrosocial de muy alta relevancia porque sobrio nuestra conducta es cognitiva, volitiva, racional y controlada. Ello derriba además la creencia de que la marihuana no produce violencia, ni criminalidad.
Es necesario que la discusión acerca de la legalización de la marihuana se apoye en estos hechos científicos y no se desplacen al terreno de las emociones colectivas y los intereses electorales como ocurre en algunos países 4. No se trata de un problema de derechos individuales, es un asunto de la salud de los seres humanos.