02 de April del 2018
Raquel Puig
Dejarse llevar por la acción de comprar desmesuradamente, más allá de las propias posibilidades materiales, resulta insostenible y para muchas familias puede comportar un serio malestar generalizado por las consecuencias que trae consigo.
A esta adquisición anormal de artículos se la denomina compra compulsiva y es definida como una motivación de compra persistente, irresistible, asaltante y que sucede de manera repetitiva, su acción se experimenta como una sensación placentera y reductora de malestar, pero que a la larga puede ser un patron conductual que genera graves problemas.
Actualmente, la compra compulsiva afecta entre un 1,1% - 5,9% de la población general.
Un reciente estudio publicado en Global Conference on Business and Finance Proceedings (2015) concluye que entre los sujetos evaluados, las mujeres muestran una actitud más compulsiva en el momento de realizar compras innecesarias, y describen sentir emociones más placenteras e intensas en comparación a los hombres. En otro caso, Kraepelin afirmó la misma conclusión, entre el 80% y 92% de los casos estudiados se dan en mujeres que rondan los 30 años de edad.
Se llega a la conclusión de que las mujeres tienden a realizar compras compulsivas en relación a la ropa, zapatos y complementos y los pocos hombres que padecen esta adicción son más proclives a gastar el dinero en aparatos electrónicos y en artículos surgidos de las nuevas tecnologías en general.
Estamos delante de un transtorno psicologico , no de un vicio.
En el actual DSM-IV (manual de diagnostico clínico) no se describe este comportamiento como un trastorno reconocido, así que, quien lo padece es relegado a la categoría de “Trastorno del control de los impulsos no especificados”
Entre las personas que sufren oniomanía se reporta un alto grado de comorbilidad, por lo que a menudo los compradores compulsivos reúnen criterios de otros trastornos, en concreto los relacionados con el estado de ánimo, la ansiedad, el abuso de sustancias e incluso hay estudios que indican un vínculo notable con los desordenes alimenticios
Estudios ya clásicos sobre este tema revelan cierta tendencia hereditaria; McElroy y colaboradores hallaron que de 18 compradores compulsivos, 17 tenían un familiar con trastornos del estado de ánimo, 11 con abuso de sustancias, 3 con trastornos de ansiedad y 3 más que presentaban compras compulsivas.
Existen dos posibles orígenes que conducen a desarrollar una conducta compulsiva. Por un lado, una de las causas hace referencia a la relación entre realizar una conducta repetitiva que genera satisfacción. Es decir, una persona empieza a realizar el comportamiento de comprar de forma reiterada porque le aporta una fuerte dosis de satisfacción y placer, hasta que finalmente se acaba convirtiendo en un hábito que termina en compulsión.
Contrariamente, es posible que surja porque la persona no se siente capaz de afrontar agún aspecto de su realidad, o bien no sabe hacer frente a los problemas personales que le abruman, por lo que busca solucionar sus carencias mediante compras desmesuradas. En este caso, la conducta compulsiva se debería a una especie de vía de escape emocional.
Observamos las fases que rigen toda compra compulsiva:
1. Anticipación
Surgen pensamientos, impulsos y preocupaciones en relación a un producto en concreto o sobre el hábito de comprar
2. Preparación
Se empiezan a tomar decisiones sobre dónde se comprará el producto, cómo se realizará el pago (normalmente se utilizan tarjetas bancarias), cómo se llegará al comercio o la vía mediante la cual se adquirirá el producto (online, tienda física…). En determinados casos, se indaga información extra sobre el artículo deseado.
3. Compra
Lo viven como una experiencia francamente excitante y placentera. Para las personas con oniomanía en el momento de realizar la compra es un momento esperado y que les hace sentir bien.
4. Gasto y decepción
Una vez realizada la compra y gastado el dinero surge una sensación de desilusión con uno mismo junto con sentimientos de culpabilidad, ira, rencor y el firme propósito de no repetir la conducta.
Si quisiéramos abarcar todas las posibilidades de respuesta que ofrece esta pregunta estoy segura que no tendríamos espacio suficiente, así que nos vamos a centrar solamente en las causas más comunes y las que más influyen en esta conducta compulsiva.
El comprador compulsivo experimenta, una vez llevada a cabo la acción de comprar, fuertes sentimientos de culpa y ansiedad que incluso pueden llegar a desencadenar en cuadros depresivos como respuesta a la conducta y a los gastos desmesurados.
Sin embargo, estos efectos no se pueden atribuir únicamente al hecho de realizar compras irracionales, puesto que la mayoría de personas que muestran este comportamiento presentan también fuertes rasgos compulsivos, que se manifiestan en forma de algunos síntomas conductuales, cognitivos y/o fisiológicos. Para poder vencer estas sensaciones de angustia y ánimo deprimido la persona puede recurrir a realizar nuevas compras, por lo que el círculo se estrecha cada vez más.
Es esta dinámica de actividades en bucle lo que hace que la compra compulsiva sea algo de lo que resulta muy difícil desengancharse. Entre otras cosas, porque reconocer que se es adicto a algo supone un golpe para nuestras creencias e ideas que puede ser explicado mediante la teoría de la disonancia cognitiva: cuanto más compramos, más nos vemos obligados a justificar ese hábito realizando más compras. De este modo, los compradores compulsivos tienen un margen de maniobra cada vez más estrecho, y la situación empeora porque la falta de dinero es cada vez más evidente, lo cual transforma la oniomanía un problema en muchos ámbitos de la vida.
Existen distintos modos de abordar estos casos. En ocasiones, varios tipos de tratamiento pueden ser empleados de forma simultánea o encadenada.
El tratamiento con terapia cognitivo conductual empieza por expresar la necesidad de introducir un cambio en la vida de quien padece la obsesión por las compras. Resulta muy importante descubrir como se concibe la propia persona a sí misma y de qué forma intenta satisfacer sus necesidades, así como analizar qué tipo de ideas rigen su personalidad para empezar a modificarlas.
Se han observado grandes resultados mediante terapias grupales, donde se comparte la propia experiencia con sujetos que presentan el mismo problema.
Actualmente, el tratamiento con fármacos (ISRS) utilizado para tratar el transtorno obsesivo compulsivo ha resultado ser el más eficaz, ya que la premeditación asociada al acto de comprar podría responder al de una obsesión y su conducta física se asemeja a la de un ritual compulsivo. La única diferencia entre un comprador compulsivo y alguien que padece un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se encuentra en que en estos últimos la conducta es totalmente involuntaria desde el inicio.
Como se ha comentado, ambos tratamientos se pueden realizar al mismo tiempo ofreciendo mejores resultados.
Estos consejos son aplicables a cualquier época del año, pero nos pueden venir muy bien en períodos navideños y en épocas de rebajas en que es más fácil que sintamos una mayor necesidad de adquirir productos y artículos.
Fuente
https://psicologiaymente.net/clinica/oniomania-trastorno-compradores-compulsivos