08 de December del 2025

https://www.un.org/es/un75/impact-digital-technologies

Las tecnologías digitales han avanzado más rápido que cualquier otra innovación en la historia, alcanzando a cerca de la mitad de la población de los países en desarrollo en apenas dos décadas y transformando profundamente a las sociedades. Han mejorado la conectividad, ampliado la inclusión financiera, facilitado el acceso al comercio y modernizado los servicios públicos. En salud, la inteligencia artificial permite salvar vidas, diagnosticar enfermedades con mayor precisión y prolongar la esperanza de vida. En educación, los entornos virtuales y la formación a distancia ofrecen oportunidades a estudiantes que antes estaban excluidos. En la administración pública, herramientas como la cadena de bloques y la IA reducen la burocracia y aumentan la transparencia, mientras que los macrodatos permiten diseñar políticas más precisas.

A pesar de estos avances, persisten desigualdades importantes. Quienes no están conectados quedan marginados de los beneficios de la era digital. Entre ellos se encuentran mujeres, ancianos, personas con discapacidad, minorías étnicas o lingüísticas, pueblos indígenas y residentes de zonas pobres o remotas. En algunas regiones, la brecha digital incluso se ha ampliado; por ejemplo, el porcentaje de mujeres que usan Internet es significativamente menor que el de los hombres, y en los países menos adelantados esta brecha aumentó entre 2013 y 2017.

El uso de algoritmos puede reforzar los sesgos humanos cuando se alimentan de datos poco diversos, y la falta de pluralidad en el sector tecnológico dificulta abordar este problema. En el ámbito laboral, la transformación tecnológica traerá cambios profundos: la transición hacia una economía ecológica podría generar millones de empleos para 2030, pero la automatización también podría desplazar a grandes cantidades de trabajadores. Será necesario replantear la educación, fortalecer la enseñanza de ciencias y tecnología, desarrollar habilidades interpersonales y garantizar oportunidades de recualificación continua. Las tareas de cuidado no remuneradas requerirán más apoyo debido al envejecimiento poblacional.

Las tecnologías basadas en datos se utilizan en sectores como la agricultura, la salud, el transporte o los servicios cotidianos. Pueden proteger los derechos humanos, pero también ponerlos en riesgo a través de la vigilancia y la explotación de datos personales sin regulación adecuada. Una gestión responsable y normas claras permitirían que los datos contribuyan a empoderar a las personas y mejorar su bienestar.

Las redes sociales conectan a casi la mitad de la población mundial y permiten expresar opiniones y comunicarse globalmente, pero también pueden intensificar prejuicios, amplificar la desinformación y fomentar la fragmentación social mediante algoritmos que generan cámaras de eco. Al mismo tiempo, pueden servir como herramientas para unir a las comunidades.

El ciberespacio se desarrolla en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas. Existe el riesgo de que el mundo se divida en bloques digitales incompatibles, cada uno con sus propias normas y tecnologías, lo que equivaldría a un “Muro de Berlín digital”. La cooperación internacional se vuelve esencial para mantener un ciberespacio universal que respete la paz, los derechos humanos y el desarrollo sostenible, y para avanzar hacia un compromiso global en materia de cooperación digital.