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  • La cocaĆ­na: consumo y consecuencias

25 de June del 2025

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La cocaína: historia, neurobiología, impacto en la salud y contexto social en México

La cocaína, derivada de la planta Erythroxylon coca, fue aislada en el siglo XIX por Friedrich Gaedcke y posteriormente por Albert Niemann, quien logró su forma activa en 1859. Inicialmente se popularizó en Europa como un producto terapéutico y reconstituyente, presente en bebidas como el Vin Mariani y el precursor de la Coca-Cola, creado por John Pemberton en 1886. Su consumo fue ampliamente aceptado hasta que se empezaron a documentar sus efectos adversos, lo que llevó a su prohibición en Estados Unidos en 1920.

En México, el consumo de cocaína no fue considerado un problema de salud pública hasta las décadas de 1980 y 1990, cuando se diversificaron las formas de uso (como el crack) y se intensificaron las rutas de tráfico. Desde el año 2000, el consumo ha ido en aumento, coincidiendo con el cambio de rutas de trasiego hacia Estados Unidos a través del corredor México-Centroamérica.

Efectos neurobiológicos

La cocaína actúa bloqueando los transportadores de dopamina, serotonina y norepinefrina, lo que incrementa la disponibilidad de estos neurotransmisores, especialmente en regiones cerebrales como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, relacionados con el sistema de recompensa. El receptor dopaminérgico D2 juega un papel importante tanto en la vulnerabilidad como en la recuperación del consumo, mientras que el glutamato se asocia con la recaída. Las alteraciones en circuitos ejecutivos, como la corteza prefrontal y la habénula, facilitan la impulsividad y el consumo compulsivo.

Epidemiología en México

Entre 2002 y 2011, el consumo de cocaína en población mexicana de 12 a 65 años aumentó de 0.3% a 0.5%, siendo más prevalente entre los jóvenes de 15 a 19 años. El crack se reporta con mayor frecuencia en regiones del centro, sur y noreste del país. En los Centros de Integración Juvenil (CIJ), el uso alguna vez en la vida pasó de 12.2% en 1990 a 71.4% en 2000, aunque posteriormente mostró una tendencia a la baja.

Los usuarios de crack presentan mayor consumo de otras sustancias ilícitas y mayor frecuencia de uso diario que los consumidores de cocaína. Las mujeres jóvenes (12-25 años) presentan mayor riesgo de consumo, y se ha observado que la iniciación temprana en el alcohol o el tabaco incrementa la probabilidad de uso de cocaína.

Factores de riesgo y salud mental

El consumo de cocaína se relaciona con factores de riesgo comunes a otras drogas, como accesibilidad, baja percepción de riesgo, presión social y disfunciones familiares. A nivel psicológico, los usuarios presentan baja autoestima, trastornos del control de impulsos, depresión y antecedentes de violencia familiar. Además, se reporta comorbilidad con trastornos como el TDAH, trastorno depresivo mayor, trastornos de la personalidad (antisocial y límite) y riesgo de psicosis inducida.

Efectos en la salud

Los efectos inmediatos de la cocaína incluyen euforia, hiperactividad, midriasis, taquicardia e hipertensión. A largo plazo puede provocar arritmias, infartos, trastornos respiratorios, desnutrición y daño cerebral. Las vías de administración determinan complicaciones específicas: la vía nasal puede causar perforación del tabique y anosmia; la inyectada, infecciones como VIH y hepatitis. El crack y la pasta base, por su rápida absorción y bajo costo, son altamente adictivos y tóxicos, con riesgo adicional por los químicos con los que son procesados.

Consumo en el embarazo

La cocaína atraviesa la placenta, afectando el desarrollo fetal. Su consumo se asocia con malformaciones congénitas, aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso al nacer y alteraciones neurológicas en el recién nacido. Entre el 10 y 40% de los neonatos expuestos desarrollan síndrome de abstinencia. Además, las condiciones sociales de las mujeres usuarias, como falta de atención prenatal y exposición a violencia, agravan el impacto.

Relación con la violencia y el crimen

El consumo de cocaína, especialmente del crack, se ha relacionado con una mayor probabilidad de cometer delitos violentos y con la portación de armas. Sin embargo, no todos los consumidores se tornan violentos, ya que también influyen factores socioculturales. El narcotráfico desestabiliza la economía y la cohesión social, y los jóvenes ven en él una salida económica que a menudo los aleja de la educación. El consumo también incrementa el riesgo de victimización, por la disminución de la capacidad de respuesta ante situaciones peligrosas.

Conclusión

La cocaína representa un problema complejo que involucra aspectos históricos, biológicos, sociales, económicos y de salud pública. Su uso genera alteraciones profundas en el cerebro, efectos graves en la salud física y mental, impacto en el entorno familiar y social, y se relaciona con fenómenos de violencia y criminalidad. La atención integral al problema requiere prevención, tratamiento, reducción de daños y políticas públicas enfocadas en la salud y la justicia social.