03 de octubre del 2024
Mtro Alor Ruiz
A pesar de lo que muchos padres y madres creen y sienten, los padres tienen una gran influencia sobre sus hijos y en su forma de percibir el consumo de alcohol. Los propios menores mencionan que sus padres tienen la mayor influencia sobre sus actitudes y su conducta frente al consumo de bebidas alcohólicas; los hijos aprenden más con el ejemplo e imitan con mayor probabilidad lo que los padres hagan, saludable o no, y esto incluye lo que opinen y como se relacionen con el alcohol. Una de las principales recomendaciones es estar bien informado sobre que riesgos y daños ocasiona el consumo de bebidas alcohólicas, dónde, cómo y por qué los jóvenes consumen alcohol; de esta forma sus hijos lo verán como una fuente confiable y honesta de información, evitando que recurran a fuentes de información menos confiables o falsas como algunos consumidores, el internet o las redes sociales. Esta ampliamente difundido los riesgos de consumir alcohol y manejar un vehículo, sin embargo esta sigue siendo una de las principales causas de accidentes, lesiones y muertes, por lo que abordar el tema, aunque parezca claro es muy necesario, el alcohol y la conducción de vehículos no se mezclan. Además los peligros del consumo de alcohol entre los adolescentes y jóvenes van más allá de consumir alcohol y manejar, por lo que usted debe ser consciente de otros riesgos, inmediatos, como lo son las riñas, el abuso sexual, la alteración del orden público y en la comunidad, el riesgo mayor de contagio de infecciones de trasmisión sexual y VIH, o los embarazos no planeados (por relaciones sexuales de riesgo o sin protección), las agresiones físicas y los actos delictivos, la complicación de problemas mentales (ansiedad, depresión), todos con relación directa al consumo de bebidas alcohólicas, e incluso presentes en una sola ocasión de consumo y en personas que no califican como alcohólicos; hablar con sus hijos sobre esos temas es necesario. La clave de todo está en conversar con sus hijos sinceramente y sobretodo con frecuencia, para ello busque oportunidades para hablar sobre la bebida, hágalo de forma tranquila y razonable, sin sermones, ni exagerando las consecuencias, con la evidencia es más que suficiente para alertar. Existen muchas maneras de iniciar esta conversación, por ejemplo: luego de ver o leer ciertas noticias sobre problemas relacionados al consumo, al ver anuncios publicitarios de bebidas alcohólicas, posteriores a una plática preventiva en la escuela, cuando alguien se muestra bebiendo en una película o serie de televisión o al pasar frente a un bar o expendio de bebidas alcohólicas. Prepárese para escuchar, incluso comentarios desproporcionados a favor del alcohol o generalizando su consumo y evite responder con molestia o regaños. Asegúrese de ayudarles a reflexionar, integrar nueva información u otra perspectiva, y enfocarse en la salud y la seguridad de su hijo. Conozca la opinión de su hijo, reconozca que es posible que el alcohol le llame la atención, lo vea favorable o incluso no perciba ningún peligro, y ayúdele a ver los riesgos en comparación con los aparentes beneficios que pueda ver en la bebida. Converse lo más que pueda sobre estos temas. Responda sus preguntas con información confiable, precisa y con bases científicas, muéstrese comprensivo y con intención de apoyarle. Hágalo de manera calmada y antes de que su hijo menor sienta curiosidad por probar la bebida o su hijo joven consuma de forma nociva. Una familia con una historia de consumo problemático de alcohol o de adicción aumenta el riesgo de que los hijos tenga también un problema con las bebidas alcohólicas. Si este es su caso sea consciente y hable con su hijo de este riesgo, tal como haría con otra enfermedad de la familia. Así, ellos sabrán que deben tener más cuidado con el consumo de alcohol. La familia puede ser un factor de protección y prevención del consumo de alcohol y ayudar en la salud física, mental y en el bienestar de la vida de sus hijos.