05 de septiembre del 2024
Mariana Reyes Martinez
La adicción en las sustancias tanto legales como ilegales es un problema de salud pública al que se debe hacer frente a través de diversas intervenciones, desde un nivel primario hasta el nivel terciari. No obstante la prevención a nivel primario ofrece grandes ventajas en términos de tiempo, costo y beneficio. Actualmente el 17.12 por ciento de los adolescentes entre los 12 y 17 años de zonas urbanas han estado en contacto con el tabaco. Con respecto al alcohol la proporción de consumo es mayor y se estima que un 39.7% de los adolescentes lo han consumido por lo menos una vez en su vida. Y aproximadamente un 3.3% de esta población han probado alguna droga médica o ilegal en su vida. Algo importante a destacar es la disminución paulatina de las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a prevalencias. Cada vez son más parecidos los patrones de consumo entre mujeres y hombres. (ENA, 2002) Con base en los datos epidemiológicos, podemos ver la importancia de reducir esta prevalencia a través de programas preventivos que ayuden a evitar el consumo de sustancias, fomentando la cultura de la prevención enfocada a la protección de los individuos en las comunidades que lo rodean (escuela, familia, barrio, etc.) a través de educación integral que tenga por objetivo el desarrollo del sujeto en toda su extensión (psicológica, social, física, etc.). La necesidad de prevenir en edades tempranas, surge a través de los datos epidemiológicos y a través del conocimiento de la ciencia, ya que como se sabe, consumir a edades muy tempranas tiene consecuencias negativas para la salud en diferentes áreas del organismo incluyendo el cerebro; debido a que éste se encuentra en pleno desarrollo. Se dice que el cerebro deja de desarrollarse hasta los 18 años o un poco más; así es que este dato es muy importante, aparte de otros indicadores que nos hablan del daño que causan las sustancias adictivas en otros órganos del cuerpo humano y en el desarrollo personal del individuo (psicológico, social, emocional, etc.). Los ámbitos en los que se realiza la prevención pueden ser múltiples. Sin embargo, en los últimos años el que ha cobrado mayor relevancia ha sido el escolar (Becoña, 2002). La prevención escolar permite llegar a edades más tempranas y en etapas cruciales del desarrollo de niños y adolescentes, puesto que es uno de los grupos más vulnerables dentro de una población. En la etapa de la adolescencia coexisten condiciones inherentes, que aunadas a ciertos factores sociales favorecen el inicio del consumo de sustancias adictivas: tabaco, alcohol, marihuana, etc. Entre tales condiciones encontramos la curiosidad, la imitación, el afán de sentirse más grandes, la idea de resaltar la masculinidad o feminidad, la influencia de los amigos, o la pertenencia de grupo, entre otras más. Entre los diferentes factores sociales que condicionan o favorecen el consumo de drogas legales en los menores de edad son la permisividad, la publicidad, y el incumplimiento de la normatividad. En vista de que es la etapa en la que los individuos comienzan a manifestar un rechazo natural hacia el adulto mientras que las relaciones sociales con sus pares comienzan a ser más fuertes y significativas, la protección se basa principalmente en promover las influencias positivas del medio, y evitar los riesgos en que se encuentran, al atender básicamente la inestabilidad emocional del joven (OPS, 1998). Además de elementos tales como: autoestima, autoconcepto, código de valores, relaciones interpersonales, etc. (Hansen, 1992), sumamente importantes como factores de protección que aunados a una buena educación acerca de las drogas puede crear fortalezas y disminuir riesgos. Por lo anterior la adolescencia puede ser considerada una “muestra cautiva”, dado que teóricamente en su vulnerabilidad radica la demanda y el acceso a la misma. Por otro lado el ambiente escolar como uno de los principales agentes de socialización, junto con la familia y el grupo de iguales, continúa el proceso de socialización iniciado en la familia, bien reforzando las actitudes en ella generadas o bien modificándolas en aquellos casos en que sea preciso. Entre otros puntos la prevención escolar resulta importante porque: • Actúa sobre las personas en una fase del proceso de maduración en la que la intervención del adulto tiene gran incidencia. • A lo largo de la etapa escolar los alumnos están sometidos a cambios y momentos de crisis que los exponen a múltiples riesgos (entre ellos, el consumo de drogas). • Es un espacio ideal para detectar precozmente posibles factores de riesgo. Los profesores así como otros componentes de la comunidad educativa, son agentes preventivos debido a su cercanía con los alumnos, a su papel como modelos y a su función educadora. Por consiguiente, todo intento preventivo en esta etapa representa un esfuerzo loable contra los problemas generados por la drogadicción. Así mismo, la labor preventiva es conveniente, dado que: 1. Las acciones encaminadas a la prevención son controladas y pueden ser permanentes. 2. Facilita la detección de problemas personales, familiares y sociales relacionados o no con el consumo de drogas. Ahora bien, debido a que en la actualidad la prevención ha cobrado gran relevancia se ha ido extendiendo a diversos ámbitos: escolar, laboral, familiar, comunitario apoyada por los medios de comunicación y por consiguiente la tarea resulta más complicada y difícil, pero puede ser más favorable abarcar el contexto total del sujeto que queda por tanto en menor riesgo de involucrarse con el consumo de drogas.