02 de julio del 2024
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La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario y psicológico a la vez. Esta condición va más allá del control del peso: el enfermo inicia un régimen alimenticio para perder peso hasta que esto se convierte en un símbolo de poder y control. De esta forma, el individuo llega al borde de la inanición con el objetivo de sentir dominio sobre su propio cuerpo. Esta obsesión es similar a una adicción a cualquier tipo de droga o sustancia. CARACTERÍSTICAS Y EVOLUCIÓN Las características esenciales de este trastorno son la distorsión de la imagen corporal, que impide al afectado reconocer el progreso de la delgadez y le aporta un sentimiento general de ineficacia personal. Al principio es sólo una cuestión de grados lo que diferencia al paciente anoréxico de los individuos sanos: ante un fracaso o siguiendo el consejo de una amiga o un amigo surge el deseo de perder peso. Se ponen a dieta y se convierten en grandes expertos en el mundo de la dietética, siguiendo unas consignas mucho más duras y rígidas que las de sus amigos. Cuando los demás han dejado de hacer dieta, la persona con anorexia continúa. Le encanta que los demás le digan lo delgada que está y se autoanima constantemente a seguir perdiendo peso. Comienza a desarrollar hábitos alimentarios particulares y rígidos: sólo come determinados alimentos en determinadas cantidades, parte la comida en pequeños trozos y la separa... Aunque tenga hambre es tal el miedo a dejarse llevar que siente la necesidad de mitigar sus efectos y evitar el aumento de peso bebiendo mucha agua, utilizando laxantes, vomitando sistemáticamente o realizando una actividad física exagerada. Todas estas conductas anómalas se acentúan a medida que progresa la enfermedad, en paralelo a las complicaciones físicas: la inanición vuelve al organismo mucho más vulnerable a infecciones, problemas gastrointestinales o hipotermia. Se pierde la menstruación, el pelo se cae, la piel se seca y pierde color. A nivel psicológico aparecen síntomas de depresión, cambios de carácter y distorsión en la imagen corporal que suele ir acompañada de una negación del problema. Los afectados siguen viéndose gordos a pesar de estar escuálidos o siguen expresando una gran insatisfacción con su cuerpo y su imagen. Su cuerpo se ha convertido en la definición de su valía como personas y a pesar del estricto control que ejercen sobre él, siguen sin gustarse. CAUSAS Las causas de la anorexia nerviosa son múltiples y difíciles de valorar, pero todas ellas, tanto las individuales como las familiares, sociales y culturales, deben tenerse en cuenta. Algunos expertos creen que esta enfermedad se origina en las altas demandas de la familia y la sociedad: el ciclo destructivo comienza con la presión que el individuo siente por ser delgado y atractivo. El problema se centra, entonces, en una baja autoestima. En cierto tipo de familias disfuncionales, los miembros se vuelven tan interdependientes que no pueden alcanzar su identidad como seres individuales. Parte de esta disfunción se traduce en un miedo a crecer por parte de los niños, que comienzan a hacer dieta para evitar que sus cuerpos se desarrollen. A pesar de que las causas orgánicas aún no están identificadas, hay indicios de que parte de la disfunción se origina en el hipotálamo, donde se regulan los procesos metabólicos. DIAGNÓSTICO La anorexia nerviosa es un trastorno difícil de diagnosticar debido a que el paciente esconde y niega su condición de enfermo. Rara vez el individuo anoréxico buscará ayuda, pues la pérdida de peso en sí no es vista como un problema. El diagnóstico actual se realiza solamente cuando aparecen otras complicaciones médicas como la amenorrea o problemas gástricos y se basa en cuatro criterios básicos: ? La negativa del individuo a mantener el peso del cuerpo cercano a su ideal, según su estatura y edad. ? Miedo a engordar, aunque el peso sea inferior a lo normal. ? Autopercepción distorsionada: el individuo no reconoce la pérdida de peso. ? Alta probabilidad de amenorrea en mujeres con menstruación. TRATAMIENTO Todos los enfoques de tratamiento se articulan en dos fases: la primera pasa por recuperar el peso a través de una realimentación controlada médicamente. La recuperación física trae consigo una mejora en algunos aspectos psicológicos como la percepción de la imagen corporal o la obsesión por el peso. Una vez que el estado físico ha mejorado, el tratamiento se centra en los pensamientos, sentimientos y conductas que resultan poco adaptativos. Se trata de mejorar la autoestima y estimular nuevas formas de expresar sentimientos y valorarse a sí mismo, reconciliando a la persona con su cuerpo y sus necesidades. En casos extremos el paciente deberá ser hospitalizado.