24 de junio del 2024
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¿Qué es la adicción a las redes sociales? Tal y como su nombre indica, la adicción a las redes sociales es una relación de dependencia que alguien desarrolla hacia estas plataformas virtuales de interacción con otros, aunque en realidad hay algo más que esto. Las personas que se obsesionan con las redes sociales no piensan todo el rato en el placer que el uso de la red social les hace sentir, sino en lo que se consigue a través de esa plataforma. Eso significa que el uso de estos servicios no genera un “pico de placer”, sino que lo que se gana es más bien el hecho de evitar desaparecer del mapa social. Normalmente no se busca una recompensa, sino que se trata de prevenir el perderse eventos, no enterarse de ciertas noticias, etc. Es algo que recuerda al fenómeno del síndrome FOMO (fear of missing out), con el que esta clase de adicción está relacionada. Por otro lado hay que tener en cuenta que la adicción a las redes sociales no es simplemente la creación de una dependencia al uso de los ordenadores. De hecho, si algo caracteriza ahora a las redes sociales es que están por todas partes: tablets, smartphones, PCs y otros ordenadores convencionales… incluso en redes virtuales a las que se accede a través de videoconsolas. La aparición de este problema en Internet Uno de los aspectos más negativos de la adicción a las redes sociales es que hay muchas personas que pueden caer en ella. El motivo es que estas herramientas no tienen la mala fama de, por ejemplo, las drogas ilegales, y que el hecho de que los demás las usen crean más motivos para unirse al fenómeno. Incluso por motivos profesionales, en muchos sectores es recomendable abrirse un perfil en Facebook, Twitter, Instagram, etc. En segundo lugar, como las redes sociales han ido mucho más allá del ordenador, nos pueden seguir a todos lados desde la tablet o los smartphones, desde los que pueden invadir periódicamente nuestras vidas a través de vibraciones y sonidos. En Psicología, esto puede ser entendido como un proceso de aprendizaje que lleva a un solo resultado: pensar todo el rato en términos de redes sociales, ya que estas nos recuerdan constantemente que están ahí. En el caso de los adolescentes, su tendencia la impulsividad y su necesidad de tener una influencia social amplia y expansiva puede hacer que caigan rápidamente en esta clase de tendencias. Facebook, por ejemplo, ofrece el valor añadido de reunir todos los tipos de interacciones sociales en un solo lugar: publicación de fotografías y selfies, compartir enlaces y contenidos multimedia como las canciones o los vídeos de humor con los que uno se siente identificado, publicación de la existencia o no de una relación sentimental, etc. ¿Qué tipo de persona cae en esta obsesión? Si hace unos años el estereotipo de persona obsesionada con las nuevas tecnologías era un varón adolescente o joven adulto con un reducido número de amigos que no se podía desprender del ordenador, actualmente los adictos a las redes sociales presentan un perfil mucho más heterogéneo al que se han añadido en masa las mujeres jóvenes y las adolescentes con habilidades sociales relativamente buenas. Las redes sociales son entendidas actualmente no ya como una limitación de las relaciones, sino que han pasado a ser el “escaparate” público por el que hay que pasar de manera casi obligatoria para ser alguien relevante en una comunidad de amigos y conocidos, sea grande o pequeña, o para llegar a cosechar fama por lugares que nunca se visitará. De este modo, un perfil en Facebook es mucho más que un medio para mantener el contacto con conocidos: es el ecosistema en el que todo lo relevante en términos sociales ocurrirá. No en vano, por ejemplo, se ha llegado a crear un concepto para referirse a que un noviazgo no empieza de verdad hasta que no aparezca en un estado de Facebook: se habla de relaciones “Facebook official”.