07 de mayo del 2024
Mtro. Alor Ruiz
Los concentrados de marihuana contienen niveles extraordinariamente altos de THC que pueden ir hasta el 80 por ciento, contenido cuatro veces mayor que la hierba de marihuana que se fuma y que por mucho contiene niveles de 20 por ciento. Los usuarios suelen preferir el dispositivo electrónico o vaporizador porque no produce humo, cenizas, ni olor y es muy fácil de ocultar; adicionalmente su apariencia puede confundirse con el de una pluma de escribir, forma en que también se nombra al dispositivo (pen). La apariencia de los concentrados es muy similar a la miel o a la mantequilla liquida. A diferencia de la mariguana fumada donde los usuarios enrollan la hierba, derraman ceniza, y despiden olor que los delata. Al tratarse de una forma de marihuana altamente concentrada, los efectos psicológicos y físicos del usuario son más intensos. Consumidores pueden rápidamente experimentar paranoia, ansiedad extrema, ataques de pánico y alucinaciones. Los usuarios también pueden experimentar problemas de adicción y síndrome de abstinencia. En el corto plazo se empiezan a conocer las consecuencias, potencialmente peligrosas, de su uso. Un brote de lesiones pulmonares asociadas al vapeo de THC, ocasionó que 1479 personas se hayan enfermado y 33 hayan muerto en los EEUU; dicho evento llevo a los funcionarios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, a advertir a la gente que no inhale los vapores de los productos del cannabis. Hasta ahora, los efectos a largo plazo del uso de concentrados de marihuana no se conocen por completo, aunque los efectos de la planta de la marihuana sí son conocidos y evidentemente dañinos. Incluso miembros de la industria del cannabis legal reconocen la falta de estudios científicos sobre los productos que se venden para el vapeo de mariguana. Muchos de estos problemas avanzan, impulsados por una oleada de legalizaciones por estados en los Estados Unidos. En este país el gobierno no ha sabido cómo responder a la legalización de la marihuana, y esta incertidumbre ha dejado un vacío en la normatividad y la investigación. Si bien en México aún no es legal su comercialización, los adolescentes y jóvenes no encuentran obstáculos para adquirir y consumir estos productos, con los severos daños mentales asociados; y ante la falta de evidencias a largo plazo, los consumidores que vapean e inhalan mariguana, están participando de un experimento masivo, con efectos inciertos y potencialmente dañinos.