22 de February del 2010
PSICOLÓGIAS Y QUÃMICAS
El síndrome de abstinencia es el núcleo fundamental de todas las adicciones, sean éstas químicas o psicológicas.
Al margen de los aspectos particulares de cada adicción específica, sus características comunes son las siguientes:
a) Impulso en forma de deseo intenso. Impulso intenso para realizar una conducta que trae consigo efectos perjudiciales para la persona que la ejecuta.
b) Tensión creciente hasta la ejecución de la conducta. Tensión creciente (humor depresivo, irritabilidad, deterioro de la concentración, trastornos del sueño, etc.) hasta que la conducta es llevada a cabo.
c) Desaparición temporal de la tensión.
d) Vuelta gradual del impulso asociada a estímulos internos y externos. Vuelta gradual del impulso con fuerza creciente, que está asociada a la presencia de estímulos internos (disforia, tensión emocional, aburrimiento, recuerdos del placer experimentado en ocasiones anteriores, etc.) y externos (olor a alimentos en el caso de un adicto a la comida o la visión de una mujer a solas en el caso de un sexoadicto).
e) Condicionamiento secundario a dichos estímulos internos y externos.
Las adicciones psicológicas se diferencian, sin embargo, en algunos aspectos de las adicciones químicas. Desde una perspectiva psicoanalítica, las adicciones químicas múltiples (tabaco, alcohol, ansiolíticos, cocaína, etc.) son relativamente habituales. No es frecuente, por el contrario, encontrarse con pacientes aquejados de adicciones psicológicas múltiples (ludopatía, hipersexualidad, sobreingesta compulsiva, etc.).
Ello no obsta para que en algunos casos la adicción al trabajo, determinada por la ambición desmesurada de superar a los demás y de lograr una alta meta profesional, pueda ir acompañada del consumo de cocaína o de otros estimulantes como factor energizante del rendimiento, o que coexista con un consumo abusivo de alcohol como forma de hacer frente a las tensiones o pérdidas experimentadas. En ambos tipos de adicciones hay una pérdida de control. Una posible diferencia es que en las drogas con una dosis se controla el síndrome; en las adicciones psicológicas, por el contrario, el paciente (un jugador patológico o un adicto a las compras, por ejemplo) puede pasar horas, incluso días, jugando o comprando sin que a ello ponga fin (García-Andrade, 1993).
Desde una perspectiva terapéutica, la motivación para el tratamiento (siempre escasa y fluctuante) suele ser algo mayor en el caso de las adicciones psicológicas que en el caso de las adicciones químicas, lo que ofrece unas perspectivas terapéuticas mayores.