03 de marzo del 2023
Alor Ruíz
Una forma de consumo que se encuentra entre las preferidas de los jóvenes es mezclar bebidas denominadas energéticas con alcohol, práctica que puede resultar peligrosa.
Las bebidas estimulantes se comercializan como “energéticas” e incluyen entre sus ingredientes a la cafeína (que estimula el sistema nervioso central e inhibe los neurotransmisores relacionados con el cansancio y el sueño) y la taurina, pueden contener altos niveles de azúcar; también se comercializan productos adicionados con guaraná, ginseng y vitaminas. Son productos de consumo populares, que se promocionan como una forma de disminuir el cansancio y aumentar niveles de energía.
Las reacciones adversas a estas bebidas incluyen palpitaciones del corazón, ritmos cardíacos anormales potencialmente peligrosos, problemas para dormir y sensación de tensión o agitación.
Asimismo, se asociaron con efectos sumamente desfavorables, especialmente en algunos niños, adolescentes y jóvenes que van desde nerviosismo, dolor de cabeza, hasta diabetes, anomalías cardíacas, trastornos del estado de ánimo o del comportamiento, y convulsiones lo suficientemente graves como para requerir atención de emergencia.
Con mayores informes de intoxicación por cafeína por el consumo de bebidas energéticas, también parece probable que aumenten los problemas de dependencia y abstinencia a la cafeína.
Cuando se mezclan con bebidas alcohólicas, la combinación puede enmascarar los efectos sedantes del alcohol, haciendo que los consumidores sean menos conscientes de la cantidad que han bebido. Reduce significativamente percepciones como dolor de cabeza, debilidad, sequedad de boca y deterioro de la coordinación motora, pero sin que la ingesta disminuya los déficits en la coordinación motora y el tiempo de reacción visual. Estudios indican que esta práctica de consumo puede ser intencional entre algunos consumidores, quienes buscan emborracharse y reducir los efectos sedantes del alcohol.
La mayor posibilidad de que no se identifiquen señales corporales que indican embriaguez, resulta en un consumo nocivo de alcohol, que aumenta la probabilidad de presentar riesgos y de que el consumidor y las personas a su alrededor sufran daños.
Los adolescentes y jóvenes que mezclan alcohol con bebidas energéticas tienen cuatro veces más probabilidades de beber en exceso (consumir cinco o más tragos por ocasión), conducir en estado de ebriedad o viajar con un conductor intoxicado , igualmente son más propensos a reportar sexo no deseado o sin protección (con implicaciones negativas para la salud pública), presentar comportamientos de riesgo nocturno en bares , más probabilidades de necesitar tratamiento médico por lesiones, además de aumentar el riesgo de desarrollar dependencia al alcohol y estar más inclinados a consumir drogas ilícitas (marihuana, cocaína y éxtasis).
En los EE.UU. muchos bebedores adolescentes (sin edad legal para beber) y jóvenes (más de un tercio registraban niveles de alcohol en sangre superiores al doble del límite legal) ingresaron a salas de emergencia con altos niveles de intoxicación (presentaron pérdida del conocimiento, alteración del estado mental, convulsiones y taquicardia), después de combinar y consumir estos productos, provocando que médicos y expertos expresaran su preocupación.
La Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU. (FDA) respondió a las inquietudes y después de revisar la evidencia disponible, determinó que la cafeína era un agregado alimentario inseguro cuando se combinaba con alcohol. Advirtió a empresas que comercializaban bebidas previamente mezcladas, que la cafeína agregada a sus bebidas alcohólicas era un "aditivo alimentario inseguro", señaló que tales productos son un problema de salud pública y que esta combinación no podía comercializarse.
La práctica de mezclar bebidas alcohólicas con bebidas energizantes en México es frecuente en bares, discotecas y otros centros nocturnos; la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) y la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) alertan que esta combinación es nociva para la salud y que las bebidas adicionadas con cafeína no deben consumirse por mujeres embarazadas, menores de edad, personas sensibles a la cafeína y con padecimientos cardíacos. Adicionalmente en un estudio la PROFECO encontró que la mayoría de las bebidas con cafeína, taurina y otros ingredientes analizados rebasaban la recomendación de la OMS de ingesta de azúcares diarios en un adulto.
La amplia disponibilidad de los productos es otra situación que favorece el consumo en personas proclives a desarrollar daños, ya que estas bebidas se venden sin restricciones en latas, con variedad de sabores, a costo módico y están fácilmente disponibles en tiendas de conveniencia, supermercados, restaurantes y otros lugares donde además se vende alcohol.
La población infantil puede ser impactada por la mercadotecnia y padecer el consumo, situación que representa mayor riesgo para su salud por los efectos estimulantes de la droga sobre el sistema nervioso, en una edad crítica para el desarrollo físico y mental.
Estas situaciones deben motivar una revisión a profundidad de los riesgos de la comercialización indiscriminada y la falta de restricciones suficientes para el consumo de estas bebidas en poblaciones vulnerables. Más aún al considerar los informes que indican el peligro de usar las bebidas energéticas solas o en combinación con alcohol.