07 de febrero del 2023
Tecnósfera
Encontrar el amor, ampliar el círculo social, hacer sexting, tener encuentros casuales con caras nuevas. Las apps de citas permiten a sus usuarios cientos de posibilidades. En esta era digital, conocer a otras personas que tal vez sería imposible cruzarse en la calle o en un bar, es una posibilidad que está al alcance de sus manos.
Hace unas semanas se hizo viral en Colombia el caso de Mattias Langer, un músico alemán profesor de lenguas modernas que estuvo inconsciente durante dos días en su apartamento en Chapinero (Bogotá). Tuvo que ser hospitalizado después de que una mujer que conoció por Tinder, y que se hacía llamar Gabriela, lo engañó, drogó, robó y hasta maltrató físicamente.
Langer había hecho match con la supuesta estudiante universitaria en la reconocida app de citas un par de semanas antes. Y ya habían pasado a tener conversaciones por WhatsApp. Al punto de que ella propuso encontrarse en el apartamento del alemán para tomar algo y cocinar juntos.
El ciudadano europeo aceptó el plan, ‘Gabriela’ llegó a su vivienda y, después de compartir unas cervezas y un tequila, el músico terminó escopolaminado.
Si bien se trata de un caso grave y excepcional, el episodio permite ilustrar una de las caras no tan ‘seductoras’ de las apps de citas: en ellas también hay criminales que, detrás perfiles falsos, están al acecho para acceder a datos sensibles, entablar conversaciones comprometedoras que puedan ser usadas posteriormente en extorsiones o generar encuentros para robar a otros, como le sucedió a Langer.