Te hablamos de las adicciones
  • LA INDUSTRIA TABACALERA EN MÉXICO

22 de February del 2010

TABAQUISMO

México es un exportador de tabaco fino y oscuro curado al aire, pero también es un importador de tabaco curado al calor, oriental y de tabaco oscuro curado al aire, para abastecer el mercado nacional de cigarros (con y sin filtro) y de puros.
A partir de la firma del Tratado del Libre Comercio de América del Norte con Estados Unidos de América y Canadá, el tabaco y los productos de tabaco norteamericanos y canadienses se importarán a México con una reducción de 50% en las tarifas, las que, eventualmente, llegarán a cero.

La producción de tabaco, por si misma, es una actividad que potencialmente genera daños sociales, tanto a los productores como a la población consumidora del tabaco procesado, ya que para incrementar la productividad y calidad de los cultivos se ha agregado el uso de plaguicidas organofosforados (OF) y carbámicos (Cb); a ello se le suma que las condiciones de trabajo y vida en los campos tabacaleros no son las mejores; por ejemplo, 90% de los jornaleros indígenas cocinan sus alimentos a ras del piso, sólo 57% consigue agua purificada para beber, 31% no tiene agua limpia para lavarse las manos, 38% carece permanentemente de jabón, 23% usa agua del río o de canales, con lo que la exposición ambiental a los plaguicidas aumenta y 98% no cuenta con letrinas para defecar. La producción de tabaco tiene condiciones de trabajo extenuantes; un ciclo agrícola requiere cerca de 150 jornales por hectárea, y el trabajo de corte y arreglo se ha convertido en una actividad familiar.

Para el corte y arreglo de las hojas de tabaco se requiere de habilidades aprendidas a lo largo de varias generaciones, por ello es que en este tipo de trabajo se incorpora toda la familia, incluyendo a menores, cuya edad promedio es de cuatro años y medio, encontrándose dos niñas por cada niño. Como es de esperarse, el riesgo de otros problemas de salud asociados con el cultivo y cosecha de tabaco se incrementa dada la presencia de factores como: limitado acceso a los servicios de salud, deficientes condiciones de nutrición, analfabetismo, monolingüismo, bajos ingresos y la falta de servicios básicos.

El mercado creado para el consumo de tabaco en México tiene sus antecedentes hacia finales del siglo XIX con la generación y expansión de fábricas de forja de cigarros, básicamente familiares; tan sólo en 1900 se contabilizaban 743 fábricas de producción de cigarros. Desde la década de los noventa, y bajo un esquema de monopolización, la industria tabacalera mexicana se caracteriza como un duopolio. Los mecanismos de control de mercado que son propios de la industria tabacalera mexicana tienen su antecedente primario en ese patrón monopólico, que le permite establecer el control de precios en las diversas marcas de cigarros y en las cosechas de tabaco, desarrollar estrategias de comercialización que les permita, además de ganancias en tiempo real por la venta del producto, generar grupos de consumidores que permitan, en el futuro, la reproducción de la industria y, en algún momento, influir en los mecanismos regulatorios de comercialización.

Para 1997, la industria mexicana cedió el control accionario a dos de las empresas más importantes en la producción de cigarros en el mundo: Phillip Morris y British American Tobacco pasando, de ser industria nacional, a subsidiaria de esas dos grandes industrias. Los beneficios de la adquisición de la industria tabacalera mexicana por esas grandes empresas transnacionales se tradujeron en la adquisición de un mercado establecido de consumidores, que les garantiza la venta del producto y la adquisición de una nueva plataforma de comercialización del tabaco fuera de las presiones arancelarias, restrictivas y sociales de sus países de origen. Aun cuando el consumo de tabaco cause más daños a la salud de la población que beneficios, el tabaco y los cigarros tienen un valor y, en consecuencia, generan riqueza, pero ésta no es social y, por el contrario, el consumo sólo incrementa las ganancias monetarias.

El mercado del consumo de tabaco se distingue porque es un mercado a futuro, esto es, intenta crear un panel de consumidores que le permita la subsistencia futura como industria; es por ello que su primer objetivo para ofertar el cigarro son los jóvenes. La industria desarrolla técnicas de comercialización que le permita reclutar al mayor número de jóvenes como consumidores, de allí que el ejercicio mercadotécnico se dirija a ellos con base en eventos deportivos, exaltación de patrones de vida, evocación de prácticas de consumo y sexualidad, entre otras.

En el mercado del consumo de tabaco están presentes múltiples marcas de cigarros que aparentemente compiten entre sí, pero que en realidad le dan la posibilidad a los consumidores para la adquisición de la marca más económicamente viable para su ingreso salarial o con relación al dinero que al momento posee, así como también para el “gusto” del usuario por el tabaco.

La industria tabacalera, tanto nacional como internacional, ha sabido, de facto, que el consumo de tabaco, además de generador de daños a la salud, es un negocio altamente lucrativo en el cual, más que pérdidas financieras, siempre tendrá ganancias elevadas, todo ello con base en el carácter adictivo de la nicotina y en la estructura del mercado desarrollada. Es evidente que la política restrictiva para el consumo, de protección a la salud de los no fumadores, el incremento en los impuestos a la producción, así como el desarrollo de una contracultura del tabaco, reducirán en el futuro el panel de consumidores que actualmente recluta la industria.