08 de septiembre del 2022
MARÍA FERNANDA AYALA
Las personas que desarrollan una adicción a las cirugías plásticas o estéticas con el fin de cambiar la totalidad de su cuerpo sufren una afección conocida como trastorno dismórfico corporal o dismorfofobia.
Este transtorno provoca que las personas no puedan mirar con objetividad su cuerpo y sientan un rechazo directo sobre su apariencia física, uno de los principales factores causantes de esto es la publicidad y baja autoestima en las personas.
Ante esta adicción los especialistas dividen a los pacientes de cirugías plásticas en 3 tipos:
El impulsivo en tiempos de crisis
Son personas que se sienten insatisfechas con la vida y consigo mismas, por lo que deciden operarse en momentos complejos, como la ruptura de una relación amorosa. El éxito de la operación lo miden en el resultado que tengan en dicha relación y no se fijan en la satisfacción propia.
El que siempre quiere más
Estos pacientes, por lo regular son mujeres ya adultas, que tienen miedo a envejecer, y ante cualquier signo del paso de edad deciden hacerce intervenciones para hacerse "pequeños arreglitos" , y comienzan a generar una dependencia emocional con cada cirugía que se realizan, lo que las lleva a querer cada vez más.
El que ve defectos donde no los hay
Se les suelen llamar pacientes dismorfobicos, se caracterizan por tomar deciciones impulsivas y precipitadas, además de tener una enorme obsesion con su cuerpo y con verse bien, tienen el pensamiento erroneo de que con una cirugia serán más felices, pero lo cierto es que esto no es así.
Las consecuencias de ser sometidos a constantes procesos médicos, puede ser demasiado cansado y agotador además de que la persona corre el riesgo de entrar en depresión y el posible aumento de disconformidad con su cuerpo, por lo que esta situación lo llevará a querer cambiar toda su apariencia física.