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Te hablamos de las adicciones
  • ¿Qué es la drunkorexia?

30 de julio del 2021

Elle, moda y vida

El vocablo deriva del inglés drunk –borracho- y el término orexia –apetito-. Y las personas que lo sufren dejan de comer para compensar la cantidad de calorías vacías que le meten al cuerpo a través del consumo de alcohol, ya sea los fines de semana o a diario. La ecuación es simple: dejar de comer para poder beber sin engordar. Tan simple como mortal, porque puede terminar en coma etílico, paro cardíaco o suicidio, en los casos más graves.

“Cada uno busca su fórmula para no comer. Se le puede poner la percha que se quiera pero es un trastorno alimenticio y el objetivo siempre es el mismo: adelgazar”

Suele afectar a más mujeres que hombres. “En general, de cada 10 personas; 9 son mujeres y 1 es varón. Lo alarmante es que el porcentaje está aumentando y que se da tanto en adolescentes como en personas adultas”. Y suele tratarse de personas impulsivas, con un perfil perfeccionista, obsesivo compulsivo, que tienen una necesidad absoluta de control, baja autoestima y baja tolerancia a la frustración. Son personas dicotómicas, o consiguen lo que quieren o se sienten unas fracasadas: o todo o nada.

El detonante es cuando sucede algo en su vida que les descontrola, como una discusión con una amiga importante, la ruptura con un novio, estar sufriendo mobbing en el colegio, experimentar un cambio de ciclo de edad…”. Cuando beben observan que, aunque les entran calorías rápido, si no comen, las queman igual de rápido y así bajan de peso. “Por fin controlan algo y encima la gente les aplaude porque están bajando de peso, les dicen que están más guapos y que se les nota. Además el consumo de alcohol en nuestro país está bien visto”. Del alcohol se puede dar el salto al consumo de drogas como la cocaína e incluso a medicamentos para el trastorno de TDAH, “cualquier sustancia que les evada de la realidad y les ayude a adelgazar les vale”, apunta la experta

Las consecuencias tanto físicas como psicológicas son muy negativas. “Son personas que pierden el control y luego se arrepienten, llegan a mantener relaciones sexuales que no querían, dañan todos sus órganos vitales (fundamentalmente el hígado) y pueden llegar a desarrollar una esquizofrenia”. Puede ser difícil detectarlo porque, por desgracia, el hecho de beber para divertirse los fines de semana está muy normalizado entre los adolescentes, pero sí que hay una serie de pistas que te pueden dar la voz de alarma: “Se empiezan a aislar socialmente, les cambia la cara, se les va la alegría, se vuelven ariscos y rechazan el contacto físico. Siempre intentan que la familia les deje en paz”.

Para empezar no estaría de más intentar rodearse de un grupo de amigos saludables y en segundo lugar reconocer que tenemos un trastorno. “Hasta que no se asume que se tiene el trastorno y que se quiere dejar se puede hacer poco. De hecho, en un 20-25% de los casos se convierte en crónico, sobre todo en personas muy rígidas que sufren un miedo ilimitado a engordar”, según la psicóloga. El tratamiento tiene que ser multidisciplinar, en él intervienen psiquiatras, piscólogos y endocrinos o nutricionistas.