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Creando estilos de vida sanos

"El cristal es como el jabón Zest porque te vuelve a la vida": Testimonios de adictos a la metanfetamina

"Soy adicto al cristal. Estoy preso porque asalté a cuatro taxistas a los que les quité sus unidades en 72 horas. Ya mero salgo, ya nomás me faltan seis años, ya llevo cinco meses".

Un grupo de internos que cumplen una condena dentro del Sistema Estatal Penitenciaria de Baja California compartieron sus testimonios sobre su adicción al cristal una droga que se fabrica con efedrina obtenida de medicamentos contra la gripe, ácido de batería automotriz, gas refrigerante, sosa cáustica, veneno para ratas y desechos químicos? y cómo esta sustancia ilegal ?utilizada como estimulante durante la Segunda Guerra Mundial por el ejército alemán y japonés y que entre sus efectos incluye un despliegue de euforia excesiva, aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, resistencia física desmedida, pérdida del apetito y del sueño hasta por una semana? los llevó a cometer actos delictivos que desembocaron en una sentencia carcelaria.

Estos internos cumplen una pena dentro del estado pionero en México en el abuso de metanfetamina desde los años 90, como consecuencia de que pasó de ser un simple territorio de tráfico hacia Estados Unidos, a ser líder en el consumo de esta droga sintética según estimaciones del Instituto de Psiquiatría del Estado de Baja California, lo cual la volvió la droga de mayor impacto en la salud pública, la cual está presente en el 60 por ciento de los delitos cometidos en la calles.

 

"Monstruo"

Soy adicto a fumar cristal: metanfetamina. En el año 2000 se acabó mi vida. Mi esposa me abandonó, se murió mi madre y me corrieron de mi trabajo en el ayuntamiento de la ciudad. Desde los 13 años empecé a trabajar en el servicio de recolección arriba de una gallina (camiones recolectores de basura). Cuando me pasaron todas esas desgracias quise morirme. Mi onda era darme una sobredosis de heroína y ahí quedar muerto. Había visto inyectarse a los compañeros que jalaban conmigo. Andábamos recolectando basura en alguna colonia y de repente los veía que se metían a comprar heroína en alguna tiendita, luego se subían con el piloto y se inyectaban.

Cuando me decidí a inyectarme heroína lo hice y no pude tener una sobredosis. Sí me gustó el efecto pero no me gustó que tuviera que usar las venas, jeringa y sangre. Mejor probé el cristal y ya no lo pude soltar. Me hizo sentir especial, inteligente. A diario me fumaba 200 pesos, desde que me levantaba hasta que me dormía. Esta es la droga más popular en las calles. Es la más adictiva.

Nací en Torreón, Coahuila, en 1968. Soy hijo de un militar mexicano. A mis cinco años mi madre me trajo a Mexicali junto a mis cuatro hermanas. Ella siempre se dedicó a la prostitución y a trabajar en los campos agrícolas del sur de California. Cuando te drogas con cristal se te acaba el calcio hasta que un día estás masticando y te tragas un diente o una muela que se fue aflojando poco a poco. Durante mi vida como adicto se me han caído nueve dientes y cinco muelas. Cuando como se me olvida que casi no puedo masticar. Apenas puedo masticar con las encías. En las noches me da mucha comezón y ansiedad, siento que las hormigas viven debajo mi piel, sé que sólo es una alucinación, pero es muy real. El cristal me fundió algunos fusibles de la cabeza.

Cuando eres adicto dentro de ti vive un monstruo bigotón que entre más droga le das más grande se pone.

Entre los cristaleros siempre pasa lo mismo. Te da mucha energía y te da por lavar la bicicleta, el carro, caminar, limpiar la casa, cortar el pasto o lo que sea con tal de tener algo en que gastar las energías. Al cristal le decimos chukividriocricochucuchúicechucohielo y fataché (en los años 90 era el nombre de unas pastillas que ayudaban a quemar la grasa y adelgazar). Me lo fumo en foco, papel aluminio y pipa de vidrio o me lo inyecto por la vena. Si eres homosexual de clóset el cristal sólo hará que salga algo que ya está dentro de ti. Vivir es una adicción. Yo me volví loco queriéndome suicidar. Mi idea era inyectarme una doble dosis y ahí quedar muerto.

Toda mi vida me he dedicado a recolectar basura. Durante los 20 años que trabajé en la dirección de Servicios Públicos Municipales, me encontré tres anillos de plata, algunas fotografías a blanco y negro; una cobija con aroma a suavizante, hamburguesas con queso, un celular con saldo, un sombrero de vaquero, una máscara verde de Hulk, revistas de caricaturas japonesas y un jeep color rosa de Barbi.

También he hallado en la basura tres fetos, dos billetes de cien pesos y dos cadáveres desmembrados dentro de bolsas negras. Es que uno inicia a recolectar a las tres de la mañana, andas dormido, está oscuro y la neta, como andas trabajando en chinga, no te pones a revisar lo que hay dentro de las bolsas. A eso súmale que recién hechos los crímenes los cuerpos no tienen olores.

Desde que me corrieron de mi trabajo de recolector de basura me dediqué a robar cobre, aluminio y fierro; alcantarillas, catalizadores de auto, cercos de malla y tuberías de agua de los campos agrícolas. Estoy preso desde hace dos meses por el delito de robo calificado. Me encontraron fumando cristal en un foco junto a varios metros de cableado eléctrico que había sacado de una casa. Para mi mala suerte la familia ahí estaba y por eso me dieron tres años.