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Te hablamos de las adicciones
  • La ciencia de las adicciones y algunas conductas adictivas curiosas

09 de julio del 2020

Laura Marcos

Una falsa creencia muy común es que una adicción tiene que ver con una elección, o con una falta de fuerza de voluntad. Nada de eso. Una adicción es una patología en sí misma: una enfermedad del cerebro de larga duración.

 

¿Cómo funcionan las adicciones en el cerebro?

Normalmente, antes de realizar una acción por la que nos sentimos tentados, la región frontal del cerebro nos ayuda a tomar una decisión racional, y nos permite evitarla, por ejemplo, si es perjudicial o cuestionable para nosotros.

Pero cuando el cerebro es adicto a una sustancia o a una conducta, ese ‘cableado’ normal de procesos cerebrales se altera. Sustancias como el alcohol y otras drogas son capaces de ‘secuestrar’ los circuitos de placer y recompensa del cerebro.

Las drogas alteran el sistema dopaminérgico del cerebro, causando una gran sensación de placer para después producir un bajón intenso.

Lo que hacen en realidad es disminuir los receptores de dopamina. Así que, cuanto más se consume, más tiempo tardan los niveles de dopamina en subir de nuevo, por lo que el individuo necesitará cada vez más cantidad y frecuencia de la misma sustancia para conseguirlo.

Con el tiempo, el consumidor acaba necesitando la droga para sentirse “normal”, y bajará la tolerancia ante estímulos que antiguamente le producían esta sensación de placer, como dar un paseo por el campo, por ejemplo.

Lo más curioso es que no todas las personas pueden acabar sufriendo adicción y los científicos no saben por qué. Parece que la adicción tiene un componente genético.

También influye el ambiente, dado que cuanto antes se comience, más vulnerable se es para desarrollar una adicción.

Hay dos tipos de dependencias, la física y la psicológica. La dependencia física alude a un mecanismo biológico de adicción por la que el cuerpo demanda una dosis de la sustancia en sangre. Y la psicológica alude más bien al estado anímico, que va a asociado a la conducta: ansiedad por la falta de la sustancia, y la tranquilidad tras ser administrada.

En el caso de las conductas, a lo que nos hacemos adictos es al mecanismo de recompensa que se genera en el cerebro al repetirla.

Por eso, también se puede desarrollar una adicción, en forma de conducta compulsiva, a una actividad.


Ahora que sabemos más o menos cómo funcionan las adicciones, vamos a repasar algunas de las conductas adictivas más curiosas.

Adicción a las compras u oniomanía. En esta conducta adictiva se produce un círculo vicioso. La felicidad al realizar una compra va seguida de un profundo sentimiento de culpa, que va seguido de una fuerte sensación de ansiedad, que solo se alivia con una nueva compra. Una adicción similar a esta es la adicción a robar, o la cleptomanía.

Adicción al juego o las apuestas. Seguro que has oído hablar de la ludopatía. En este tipo de adicción entra en juego un estímulo muy poderoso, el de la recompensa inmediata de ganar mucho dinero en poco tiempo. Quienes la experimentan tienen la necesidad de jugar o apostar en determinados juegos de azar o de estrategia.

Adicción a comerse el propio cabello. Se conoce como tricotilomanía, y al trastorno que ocasiona se le llama síndrome de rapunzel. La tricotilomanía es la necesidad irresistible de arrancarse el cabello del cuero cabelludo o de las cejas y párpados. El tracto gastrointestinal humano no tiene capacidad para digerir el cabello, así que con el tiempo se desarrolla una obstrucción de pelo en el tracto intestinal, que puede conllevar consecuencias muy graves, y suele requerir una cirugía para ser extraída. Es una adicción muy relacionada con el Trastorno Obsesivo Compulsivo y el control de los impulsos.

Adicción a broncearse o tanorexia. Te suena similar a otros trastornos que conoces, ¿verdad? Como la anorexia, es un tipo de trastorno dismórfico corporal, es decir, que el individuo que lo sufre se percibe a sí mismo, no como realmente es, sino con una visión muy distorsionada. Esa es la fuente de su insatisfacción, y el origen del comportamiento adictivo. Las personas con adicción al bronceado pueden llegar a percibir su piel blanca en el espejo, aunque en realidad esté muy bronceada.

Muy parecido a este trastorno es la vigorexia, la adicción al ejercicio físico.

Y la ortorexia, la adicción a comer sano. Estos dos tipos de adicciones están muy relacionados entre sí. La vigorexia suele ir asociada a una dieta demasiado estricta, para obtener un cuerpo musculoso.

Por último, otra adicción muy curiosa y menos conocida es el pica, o alotriofagia, es decir, la adicción a ingerir cosas no comestibles. Son cosas nutricionalmente nulas, como tierra, ceniza, papel, tiza, pintura o incluso excrementos y orina.