“Es lo más horroroso que haya vivido”; “es una vida bien miserable”
Tuve anorexia y bulimia. Empecé a restringir comidas cuando tenía como nueve años. Lo hacía por la presión que tenía, siempre fui una persona más alta que el promedio y nunca me explicaron que mi peso evidentemente tenía que ser mayor, así que me acomplejaba pesar más que el resto de mis compañeras.
En la adolescencia, principalmente tuve bulimia y no puedo decir que estoy del todo recuperada. Aproximadamente, cada año tengo cierta recaída, ahora llevo como año y medio sin tenerla. Siento que es algo que nunca se irá, porque te aprendes el contenido energético de cada cosa que comes y de manera inconsciente mi mente está contando calorías.
No tuve ayuda adecuada para salir de ahí, ni siquiera yo sabía que tenía un problema hasta que investigué. Me preocupaba todo lo que le estaba haciendo a mi cuerpo: tenía menstruaciones muy dolorosas, me daba muchísimo frío, me veía muy enferma y no me gustaba.
Cuando era más joven muchas amistades se alejaron de mí por lo mismo. Mi madre siempre lo invalidó, pero sabía que tenía un problema. Durante esa época tenía el colesterol muy alto, hipersensibilidad y debilidad en los dientes, sufrí caída de cabello y tenía flacidez corporal por los cambios tan drásticos de peso.
Hay que sanar primero la relación que tenemos con la comida y dejar de verla como algo bueno o malo, sólo es comida. Los estereotipos y lo que digan sobre ti da igual. Vivir un cuerpo delgado con tantas consecuencias no vale la pena.