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Creando estilos de vida sanos

Dismorfia corporal: "Pasaba el día durmiendo y levantándome para mirarme en el espejo, hasta que mis padres me lo sacaron del cuarto"

Empecé a preocuparme mucho por mi físico.Primero fue el peso. A los 16 estaba relativamente gordito, así que me metí en un gimnasio y comencé a cuidar mucho la alimentación. No llegó a ser anorexia —porque sí comía— pero hacía tanto ejercicio que llegué a perder 10 kilos en dos semanas.

"Te pasaste, ya bajaste mucho", me decían. Pero yo no lo veía. Había generado la falsa idea de que con solo estar delgado uno ligaba.No solo eso: sentía que los que están más flacos y se ven bien tienen mayores oportunidades en la vida. Sé que no es así, pero es lo que yo pensaba. En ese entonces la relación con mi familia empezó a empeorar. Veían que estaba mal e intentaron advertírmelo de muchas maneras, hasta que en un punto me dijeron que pidiera ayuda profesional. Yo seguía sin reconocerlo, pero por aquella época ya me daba cosa ir a fiestas, cumpleaños, bailes... porque me veía mal. La preocupación por el peso fue rotando hacia otros "defectos". Me obsesioné con mi nariz. Me la veía ancha, grande, fea.

Me miraba en el espejo y me hacía fotos de todos los ángulos posibles para comprobar cómo me veía. Podía pasar mucho tiempo mirando aquellas imágenes.

Luego la asimetría se volvió mi fijación, tanto la de la cara como la del cuerpo. Me analizaba al detalle, me diseccionaba. Me fijaba en cada parte. No me daba cuenta de mi nivel de perfeccionismo y de la obsesión con la que me examinaba.

Tanto así que, si quedaba con alguien, me arreglaba y me encerraba por horas en el baño para grabarme y verificar mi aspecto. Necesitaba tener el control sobre cómo me veía. Y si no me gustaba se me caía la autoestima y capaz ni salía. Lo mismo me pasaba si sabía que alguien iba a subir a Instagram o Facebook fotos de la fiesta del día anterior. No las quería ni ver. No quería afrontarlo. Sabía que me vería muchos defectos y que no iba a poder aguantarlo. Eso me generaba mucha ansiedad y empecé a aislarme. En un momento me dije que ya no aguantaba más. Era apenas un adolescente y me estaba condicionando toda la vida, así que decidí acudir a un profesional. Aquel médico me derivó a otro, que me dio medicación: antiobsesivos y antidepresivos.

Al principio sentí mucha mejoría, pero el tema de los fármacos es un sube y baja. A veces me sentía bien, otras muy mal.Tuve que ir cambiando de medicamento, porque claramente la obsesión por el cuerpo, el "qué dirán", el "cómo me verán" era más fuerte que las pastillas.

No se sabe específicamente qué causa el trastorno dismórfico. Puede ser el resultado de una combinación de problemas, como antecedentes familiares, anomalías en el cerebro y evaluaciones o experiencias negativas sobre el cuerpo o la imagen que se tiene de uno mismo. Y los expertos coinciden en que empieza a manifestarse en la adolescencia, que no mejora por sí solo y si no se trata, puede desencadenar depresión grave e incluso pensamientos y conductas suicidas.