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Creando estilos de vida sanos

Soy sonámbulo y estuve a punto de perder mi vida mientras dormía

El día que todo cambió

Sin embargo, años después sí que viví un episodio muy grave en el que mi vida corrió peligro. Fue un 2 de enero del año 2005. En aquel momento yo estaba viviendo en Argentina y estaba pasando los días de Nochevieja con mi novio. Ese día a él le picó una medusa, porque habíamos estado en la playa, y por la noche se tomó dos pastillas para dormir porque tenía muchos picores en la pierna. Yo también me fui a dormir tan normal.

Lo primero que recuerdo es que me desperté en mitad de la noche y me noté algo raro. Entonces enciendo la luz y me miro en un espejo que teníamos delante de la cama y me veo como Carrie, pero no la Bradshaw, no. Como Carrie la de Brian de Palma. Ensangrentado de arriba abajo y con un charco de sangre gigante. Desperté a mi novio, que estaba completamente dormido por las pastillas y claro, se quedó desconcertado. Yo tampoco entendía nada. Se me pasó por la cabeza hasta que me habían acuchillado.

No era capaz de identificar dónde tenía las heridas. Solo veía que tenía muchísima sangre por la cabeza y por el cuerpo. Hasta que vi que había mucha sangre alrededor de la rodilla izquierda. Y el pavor máximo fue cuando me miré la rodilla y me vi el hueso a través de la carne cortada. Fue entonces cuando vi la ventana: teníamos una ventana que daba a un balcón y entonces entendí que yo me habría abalanzado dormido sobre la ventana, la había roto y lo peor de todo es que me había vuelto a la cama como si nada con varias heridas abiertas.

Llamamos a urgencias, vino una ambulancia a buscarme y, ¡menuda escena! Se encontraron la habitación como una carnicería y el médico me llegó a decir después que, más o menos, por la cantidad de sangre que había perdido, había estado dormido después del accidente unos veinte minutos.

El corte de la pierna era muy grande, y además tenía un montón de cortes pequeños en los brazos,. Afortunadamente me desperté pronto, qué buena casualidad, y qué suerte también que el cristal cayó en la rodilla, porque me llega a caer en la yugular y la palmo.

Cuando llegamos al día siguiente por la mañana, ya de vuelta del hospital, aquello era peor todavía, todas las manchas de sangre a plena luz del día. Yo me quedé en shock cuando lo vi. No fueron tanto los problemas físicos, que yo me recuperé bien de aquello, sino las secuelas psicológicas: me quedé con una especie de estrés postraumático.

Fue un impacto tremendo. Yo me pasé semanas sin poder dormir por las noches. Me metía en la cama y nada, no podía dormir. Y además yo no quería que me medicasen, porque pensaba que si me tomaba pastillas entonces iba a ser más difícil despertarme si me daba otro episodio de sonambulismo. Necesitaba estar alerta todo el rato, así que estuve varias semanas con un sueño muy ligero. Estaba totalmente tarumba: con el estrés, sin dormir…

 

Para colmo, no podía parar de pensar: “si la ventana hubiera estado abierta me hubiera caído por el balcón abajo”. La gente no paraba de repetirme: “qué suerte has tenido, qué suerte has tenido”, porque hacía tan solo unos meses en Argentina había muerto la nieta de Alfonsín, el político, por algo parecido. Ella estaba en el colegio y no vio una puerta cerrada, se estampó con el cristal y se cortó en algún sitio más delicado y se murió. Así que todo el mundo me contaba esa anécdota y la verdad es que no ayudaba nada. Me recordaba la vulnerabilidad que tengo y no podía parar de darle vueltas a lo que ocurrió.