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Creando estilos de vida sanos

TricotilomanĂ­a, la enfermedad que hace que las mujeres no puedan dejar de arrancarse el cabello

La universitaria Karina de Assis, de 23 años, se arranca el cabello desde la infancia. En momentos de ansiedad o estrés, el acto de la joven se vuelve aún más frecuente. "En cualquier momento complicado cuando estoy sola, tomo parte de mi cabello, lo arranco y no me doy cuenta, cuando veo, tengo un mechón de pelo en mi mano"

La joven comenzó a arrancarse el pelo a los nueve años. "Descubrí que hacer eso me causaba cierto alivio y no paré más"

Cuando Karina tenía 12 años, su madre se preocupó por la reducción del volumen de su cabello.

La llevó a un médico y recibió el diagnostico de tricotilomanía. 

A partir de entonces, la universitaria comenzó a recibir tratamiento psiquiátrico.

"Tomé medicamentos para controlar mi ansiedad y eso me ayudó", cuenta. "Pero paré el tratamiento (por falta de dinero) y perdí todo el control de la enfermedad. Volví a arrancarme el pelo como antes", revela. Desde entonces, el pelo de la estudiante fue desapareciendo hasta que se quedó calva.

La falta de cabello perjudica la autoestima de la joven, que tiene dificultades para hacer amistades o salir de casa. "Acabo quedando más aislada", lamenta.

Cuando sale, escucha varios comentarios en la calle. 

"Siempre me preguntan qué tengo. Cuando digo el verdadero motivo, muchos dicen que estoy loca".

El dermatólogo Érico Pampado Di Santis cree que si la paciente consigue dejar de arrancarse las hebras, hay posibilidades de que el cabello vuelva a crecer normalmente.

"Pero en algunos casos puede haber alteraciones en los folículos, principalmente cuando la manía deja cicatrices, que acaban dificultando la posibilidad de nacimiento de nuevos pelos", advierte.