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Creando estilos de vida sanos

'ShabĂș', una droga para aguantar en el trabajo que causa estragos en la comunidad filipina de Barcelona

El shabú, que no es más que el nombre con el que los filipinos se refieren a la metanfetamina –también llamada cristal o ice– está causando estragos en esta comunidad, sobre todo entre varones de mediana edad que trabajan en la hostelería. La alerta la dieron hace un tiempo las entidades filipinas del Raval y lo corroboran médicos, psiquiatras, autoridades y entidades de atención a drogodependientes. Lo que les preocupa no es tanto el nivel de consumo como sus hábitos: vinculados a la explotación laboral y con el añadido de que muchos adictos recurren solo al sistema sanitario a través de Urgencias, cuando padecen ya episodios cardiovasculares o psiquiátricos graves.

 

“Esto se debe a que es un tabú para las familias y para los consumidores, que lo llevan con mucha vergüenza y por eso a veces acaban en la calle y sin trabajo antes de reconocerlo”, sostiene Marivic Pitogo, la pastora de la Iglesia Jesús Reino Ministerio y fundadora de la entidad Ágape, con la que ofrece acompañamiento a los que sufren problemas de adicción al shabú y los deriva a centros sanitarios. Esta mujer explica que hace más de una década que se empezó a detectar el consumo de esta droga en el Raval, donde viven 4.000 de los 9.000 filipinos que hay en la ciudad, pero que en los últimos años se ha agravado.

 

Cuando llegó a España, hace 14 años, a Gally le hacían trabajar 12 horas seguidas. Empezaba a las 16 h., en la cocina de un restaurante, y terminaba a las 4 horas, sirviendo copas en ese mismo local. Era un ritmo frenético, explica, sin descansos, lo que le llevó a aceptar el shabú que otros compañeros suyos ya consumían en el mismo establecimiento para aguantar. “Aunque no fue solo eso, también se le sumaron problemas familiares”, reconoce este hombre, que asegura que fue gracias a la ayuda de Pitogo que consiguió salir de la adicción.

“Muchos de los que hemos tenido hacían jornadas de 14 o 16 horas de trabajo, y no solo hay filipinos, también otros migrantes, también relacionados con la precariedad laboral”, explica Ferran Soler, coordinador técnico de la Fundació CECAS, dedicada a la atención de personas drogodependientes en el Raval, en la que estuvo interno Gally durante unos meses.