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Creando estilos de vida sanos

“El momento de dejar la cocaína llegó cuando dije: quiero ir a un centro porque me quiero curar por mí y por nadie más”

Experiencia personal de adicción a la cocaína


Mi pareja y yo empezamos a consumir tarde (aunque siempre es demasiado pronto para empezar a consumir). Formábamos un grupo de amigos que nos conocimos en la adolescencia pero que seguíamos viendo cada fin de semana.
Una de las parejas, con mayor poder adquisitivo, empezó a consumir a diario cocaína y empezó a invitar al resto de los amigos todos los fines de semana. Tiempo después, además de este consumo de días festivos, casi todas las parejas pasaron a comprar sus propias dosis y a consumir en privado casi a diario.


Nosotros, además de los consumos de grupo, básicamente las tardes y las noches de los sábados y los domingos, empezamos a consumir varias noches por semana para practicar sexo. Al cabo del tiempo, yo ya tenía claro que no consumíamos para practicar sexo sino que practicábamos sexo con la excusa de poder consumir. Tiempo después ya no teníamos suficiente con esto y el consumo pasó a ser diario, aunque algunos días la cantidad consumida era poca.

El consumo de cocaína empezó a influir en nuestro carácter


Aunque este consumo empezó a influir en nuestro carácter y cada vez estábamos más irritables, éramos conscientes de que no podíamos parar. Nunca faltaba cocaína en casa.
Cuando estaba a punto de terminarse el stock, ya nos asegurábamos de comprar unos cuantos gramos más. Recuerdo la tranquilidad que nos daba saber que en casa teníamos alguna bolsita. Y otra cosa que recuerdo es la excitación de esperar la noche para consumir.
Las noches que no consumíamos parecía que fueran noches sin aliciente, aburridas, en las que parecía que no ocurría nada. Ahora, me da vergüenza darme cuenta de todo esto. Estaba enamorado, teníamos ya a nuestro hijo y en cambio parecía que lo más importante eran los momentos de consumo.
Pasaron así muchos años. Hubo también varios intentos de parar. Siempre nos poníamos una fecha que nunca cumplíamos. Es mareante pensar en la cantidad de dinero que gastamos y que hubiese servido para cancelar la hipoteca, por ejemplo. I
ncluso paramos en dos ocasiones, pero mientras mi pareja hacía el sacrificio, yo seguía tomando cocaína a escondidas. Hasta que en las dos ocasiones me descubrió.


En fin, un desastre. La adicción no afecto demasiado a mi trabajo, aunque bajó mi rendimiento, pero sí que afectó a muchos otros aspectos de mi vida, y pudo costarme perder el amor de mi vida y mi familia.
Transcurridos unos 16 años desde el primer consumo, he podido ingresar dos meses y medio en el centro de desintoxicación CITA. Allí la ayuda que me han ofrecido y la distancia me han permitido ver con perspectiva y claridad mi vida y poner remedio a todo lo que funcionaba mal.


Afortunadamente parece que sólo he perdido tiempo y dinero en todo este tiempo de adicto. Ahora, puedo agradecer todo lo que he aprendido y sé que valoro mucho más todo lo que tengo y que soy consciente de aquello por lo que vale la pena esforzarse y permanecer abstinente.