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Creando estilos de vida sanos

La universitaria Karina de Assis, de 23 aƱos, se arranca el cabello desde la infancia.

La joven comenzó a arrancarse el pelo a los nueve años. 

"Descubrí que hacer eso me causaba cierto alivio y no paré más", dice.

A los 16, la muchacha se quedó calva.

De acuerdo con el psiquiatra Caio Borba Casella, así como Karina, muchas personas desarrollan la tricotilomanía cuando atraviesan situaciones emocionales consideradas difíciles.

"Estos pacientes experimentan un alivio de estrés momentáneo al arrancar los cabellos, aunque eso pueda traer daños posteriores", explica.

Según él, las causas de la enfermedad no son totalmente conocidas.

Sin embargo, algunos estudios señalan pequeños cambios en algunas regiones cerebrales de las personas con tricotilomanía.

"Todavía no hay explicación definitiva", reconoce sin embargo Casella.

Muchos casos se relacionan con otros cuadros psiquiátricos, como ansiedad, trastorno de excoriación —cuando la persona se rasca compulsivamente la piel hasta dejar la carne descubierta— o con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

"Pero algunas personas pueden tener sólo la tricotilomanía", comenta el psiquiatra.

Cuando Karina tenía 12 años, su madre se preocupó por la reducción del volumen de su cabello.

La llevó a un médico y recibió el diagnostico de tricotilomanía.

A partir de entonces, la universitaria comenzó a recibir tratamiento psiquiátrico.

"Tomé medicamentos para controlar mi ansiedad y eso me ayudó", cuenta.

"Pero paré el tratamiento (por falta de dinero) y perdí todo el control de la enfermedad. Volví a arrancarme el pelo como antes", revela.

Desde entonces, el pelo de la estudiante fue desapareciendo hasta que se quedó calva.

La falta de cabello perjudica la autoestima de la joven, que tiene dificultades para hacer amistades o salir de casa. "Acabo quedando más aislada", lamenta.

Cuando sale, escucha varios comentarios en la calle.

"Siempre me preguntan qué tengo. Cuando digo el verdadero motivo, muchos dicen que estoy loca", cuenta la joven, que vive en el sur de Brasil.

El dermatólogo Érico Pampado Di Santis cree que si la paciente consigue dejar de arrancarse las hebras, hay posibilidades de que el cabello vuelva a crecer normalmente.

"Pero en algunos casos puede haber alteraciones en los folículos, principalmente cuando la manía deja cicatrices, que acaban dificultando la posibilidad de nacimiento de nuevos pelos", advierte.