31 de diciembre del 1969

Una compleja red: La doctora Débora Nuevo, jefa de la Unidad de Longevidad y de la Unidad de Microbiota de Olympia Quirónsalud, apunta que, "en el caso del cuerpo humano, la microbiota se corresponde con lo que antes se conocía como flora microbiana, y desempeña funciones cruciales en la digestión, el metabolismo, la protección contra patógenos y la regulación del sistema inmunológico". Se trata de una compleja red de billones de microorganismos diferentes que habitan en nuestro cuerpo y que interactúan en el organismo produciendo efectos beneficiosos cuando todo está ordenado, pero que, cuando se desequilibra, puede provocar una variedad de síntomas que afectan a nuestro bienestar. La creciente investigación en este campo ha revelado la importancia de mantener una microbiota equilibrada, no solo para la salud digestiva sino también para la salud mental y general. Estudios recientes han asociado desequilibrios en la microbiota con enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades inflamatorias del intestino y trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad. Esto se debe a la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro, donde los microorganismos intestinales influyen en las funciones cerebrales y viceversa. Signos tempranos: Dada la complejidad de la microbiota humana, es importante reconocer los signos tempranos que alertan de cualquier tipo de síntoma alarmante para abordar la posible disfunción de manera efectiva. Uno de los indicadores más comunes de un desequilibrio en la microbiota son los problemas gastrointestinales. Estos pueden manifestarse en forma de trastornos digestivos diversos como el estreñimiento, la diarrea, la hinchazón abdominal o los gases excesivos, entre otros. La aparición repentina de estos síntomas puede ser un indicio de que la microbiota intestinal ha sido alterada por factores como una dieta pobre, el uso de antibióticos, el estrés crónico o enfermedades subyacentes. En ocasiones puede surgir un desarrollo repentino de intolerancias alimentarias o digestiones incompletas de ciertos alimentos que se traducen, por lo general, en un malestar estomacal crónico, acidez gástrica, náuseas recurrentes o sensación de malestar después de ingerir alimentos. Estos síntomas no solo afectan a la calidad de vida, sino que también pueden ser indicativos de un desequilibrio en la composición de la microbiota que necesita ser corregido para restaurar la salud digestiva y general. Por supuesto, la microbiota desempeña un papel decisivo en la regulación del sistema inmunológico. Cuando esta regulación se ve comprometida, pueden aparecer síntomas como infecciones frecuentes, vulnerabilidad aumentada a infecciones, resfriados o enfermedades virales similares a los de la gripe. Además, surgen también alergias, aparición repentina o empeoramiento de intolerancias alimentarias, respiratorias o cutáneas, dolor articular o fatiga crónica. Estos síntomas pueden ser signos de que el sistema inmunológico está reaccionando de manera inadecuada debido a una microbiota desequilibrada. Los síntomas pueden variar en intensidad y duración, y es posible experimentar una combinación de ellos. La doctora Nuevo aporta algunos consejos: "Es crucial tomar medidas preventivas y correctivas, tales como mantener una dieta equilibrada rica en fibra y probióticos, reducir el uso innecesario de antibióticos y manejar el estrés, para asegurar que la microbiota se mantenga en equilibrio y así, promover una salud óptima a largo plazo".