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  • Cómo la vigorexia lleva a los jóvenes a hacer cosas muy peligrosas

11 de octubre del 2023

Aunque suene extraño, el camino a la crisis de Diego Mercado empezó en un cine del Bronx cuando tenía 16 años. Mercado estaba viendo la pantalla cuando un tipo de la la película 'Crepúsculo' se arrancó la camiseta. "Fue como, ver un cuerpo increíble estéticamente, pensé algo como, 'tío, quiero eso'". Justo entonces, decidió que quería conseguir un six-pack. Quería tener uno de esos cuerpos que todo el mundo pensara que estaba en gran forma.

Así que el joven fue a levantar pesas. Al principio, entrenó en Planet Fitness. Pero quería algo más serio y se enroló en el Star Fitness, un gimnasio del Bronx más 'hardcore': estaba lleno de levantadores de pesas muy competitivos, fisicoculturistas y otros tipo para los que el entrenamiento de fuerza era parte de su identidad. Mercado leía cada día los estudios que publicaba PubMed sobre testosterona y procesos anabólicos en lugar de estar atento a sus clases de Secundaria.

Mercado se sumergió en la cultura del gimnasio sintiendo la pasión pero también la presión del grupo para formar parte. Estaba más fuerte y grande que nunca pero notó que algunos amigos que estaban menos comprometidos que él progresaban más rápido. Y el quería desesperadamente ganar más.

Después de descubrir que tenía niveles bajos de testosterona, Mercado terminó tomándose una lista interminable de anabolizantes sin supervisión médica. Se volvió un obseso de la dieta y los entrenamientos. Entrenaba dos o tres veces en el gimnasio a diario. Se gestionaba la ingesta de comida con una lista en los restaurantes cubanos y mexicanos en que trabajaba de camarero. También se pasaba el día en Instagram, donde compartía su conquista, exuberantes músculos, y mantenía la cuenta de otros tipos cachas. Su cuenta de Instagram, que después limpió, estaba llena de imágenes con sus músculos estirando hasta el límite sus camisetas y unos abdominales dignos de la gran pantalla.

"Me sentía como pasar de ser Clark Kent a Superman, reconoce Mercado.

Cuando estuvo en el gimnasio, sentía de repente como si siempre tuviera lo mejor de sí mismo, su confianza y niveles de energía estaban por los cielos, los piropos llegaban en torrente. Apartó sus planes de ser ingeniero y concentró en el fitness. "Me volví un obseso. Ocupó toda mi vida sin que me diera cuenta. Literalmente me convertí en una persona diferente".

Sin embargo, en julio del año 2019, esa persona sufrió el susto de su vida. Una noche que salió con los amigos del trabajo empezó a notar que su cuerpo estaba caliente de manera poco natural. Ya había sentido algo parecido antes por los esteroides, pero nunca a ese nivel. Se marchó a casa y allí cayó, pero se levantó empapado en sudor. Algo martilleaba su cabeza. "Sentí como si me estuviera muriendo", recuerda Mercado. Sabía que tenía que ir a Urgencias. Allí, tumbado en una camilla, los doctores le dijeron que sus niveles de hemoglobina estaban tan altos que su sangre se estaba espesando como el barro.

Lo que quería Mercado era ponerse más fuerte. No tenía ni idea de que en algún momento sufriría las consecuencias de la dismorfia muscular, un desorden caracterizado por el deseo de aumentar sus músculos y estar delgado.

En cierto sentido, Mercado es un afortunado porque tuvo una llamada de atención antes de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral. Ahora, con 22 años, sigue siendo un apasionado del fitness y trabaja como entrenador personal con la experiencia de alguien que sabe cómo entrenar de manera correcta. Aun así, Mercado lleva una pesada carga. Su producción de hormonas puede haberse alterado de por vida y esto puede afectar tanto a la testosterona como a la serotonina. Además, es difícil ser entrenador personal o 'influencer' del fitness si no estás muy cachas.

Cuando se le pregunta por un consejo para los jóvenes que hacen cualquier cosa para aumentar sus músculos después de sus problemas con la dismorfia, la voz de Mercado de se rompe: "No lo hagas a menos que estés de acuerdo con perder todo y a todos los que te importan; puedes terminar en menos de cero cuando lo hagas".

¿Quién sufre distrofia muscular?

La dismorfia muscular es un enigma que se ha estudiado durante décadas pero que todavía no se ve como un problema de salud como los trastornos de la alimentación. Los investigadores calculan que se desarrolla en uno de cada 500 estadounidenses. Sin embargo, esos números podría no representar a un gran grupo de hombres que no cumplen con el criterio médico de lidiar con la necesidad de aumentar su volumen.

Un estudio de la Universidad de California en San Francisco descubrió en el año 2019 que entre los jóvenes adultos más de una quinta parte sufría un trastorno de la alimentación basado relacionado con sus músculos. Y otro estudio del año 2018 entre adolescentes reveló que alrededor del 40 por ciento de los chicos que tenían un peso normal intentaban de una manera activa ganar peso y volumen.

No sabemos cuántos de esos muchachos han adoptado un comportamiento arriesgado para lograr el cuerpo que quieren, pero sabemos que el número no puede ser cero. Otra investigación ha indicado que el 54 % de los culturistas que compiten y el 13 % de los militares sufren la dismorfia muscular.

Los hombres con dismorfia muscular se preocupan por sentirse pequeños o con músculos insuficientes. Pero para cumplir el criterio tiene que haber algo más que el disgusto por el cuerpo o una fijación por levantar peso, según el doctorJason NagataPediatría en la Universidad de California en San Franciscoangustia significativa y problemas en la vida personal, laboral y escolar, asistente de . "La dismorfia muscular llega a su vez con otras situaciones cotidianas", afirma. "Los hombres con dismorfia muscular se obsesionan con la comida, el peso, el ejercicio y/o la apariencia de tal manera que empeora su calidad de vida". 

La dismorfia muscular, un problema de perspectiva

La mayoría de los hombres que levantan grandes pesos tiene un problema de perspectiva con el problema. La necesidad de aumentar la musculatura, la frustración si el progreso es lento, la manera en que llegan a un sobreentrenamiento y una dieta obsesiva para alcanzar sus objetivos, el sentimiento de querer ser más grande... Hay incluso un dicho en el mundo del culturismo que resume la preocupación: "El día que empiezas a entrenar fuerza es el día que empiezas a sentirse pequeño para siempre".

Últimamente, la dismorfia muscular has estado más presente en las noticias dentro de un momento en que se han observado los trastornos. Pero mientras que no hay datos que sostengan que es una epidemia a pesar de una mayor incidencia, todos los expertos entrevistados para este reportaje ven pruebas de que el problema está aumentando. Así que, ¿qué ha cambiado?

La idealización del físico masculino no es nueva. Los pectorales de Arnold Schwarzenegger hicieron que se convirtiera en una estrella del cine de los 80. Y las revistas como está que estás leyendo celebran una masculinidad hiperidealizada en que los abdominales son la bandera de que vives la mejor vida. Hay una generación de jóvenes absorbidos por 'El club de la lucha' y la marca Abercrombie & Fitch y Calvin Klein. Esta visión de la masculinidad unida a los músculos no se ha escapado ni de los muñecos con los que juegan los niños.

La cultura visual y las redes sociales estimulan la distrofia muscular

No obstante, en los últimos años la saturación cultural ha acelerado. Hoy, prácticamente todos los personajes de Marvel que no son interpretados por Jon Favreau están cachas. El empleo de suplementos para ganar músculos y medicamentos como las harinas con proteínas, la creatina, la hormona de crecimiento, y los anabolizantes ha aumentado en una relación amorosa de millones de dólares. Y las redes sociales han encendido el fuego. "Antes, solo había la posibilidad de la lectura. Ahora, con las redes sociales, cualquiera puede ser un 'influencer'. Los cuerpos de los chicos están en el escaparate".

¿Cómo tratar la distrofia muscular?

Dentro de la clase dirigente médica, el protocolo habitual de atención a la dismorfia muscular es habitualmente un enfoque múltiple. La doctora Phillips apremia al empleo de una terapia del comportamiento cognitiva para ayudar a lograr controlar un comportamiento repetitivo, desarrollar estrategias para interactuar con otra gente y reformular errores en los pensamientos. También dice que inhibidores de la recaptación de la serotonina como el Prozac, Lexapro y Zoloft ayudan a los pacientes a controlar sus pensamientos obsesivos y sus comportamientos y rebajan el aislamiento social. Estas terapias pueden requerir una estrecha supervisión médica ya que la distrofia muscular puede desencadenar una serie de problemas médicos y para ayudar con problemas de alimentación si es necesario.

Aun así, en más de 30 años de identificar la distrofia muscular pocos muchachos han recibido tratamiento. Mientras que los trastornos alimenticios han recibido grandes dosis de atención, investigación y conversaciones en público, la distrofia muscular ha permanecido en las sombras, algo de lo que los culturistas y halterófilos hablan, pero que apenas tiene repercusión en otros lugares.

Mientras las redes sociales están ayudando a llevar la dismorfia muscular a la conversación pública, algo más fundamental necesita cambiar. Necesitamos una conversación que conecte la cultura masculina, la comunidad del entrenamiento de fuerza y la clase dirigente médica. Llamémoslo un ajuste de cuentas.

Para empezar, el alcance de la distrofia muscular es mayor de lo que se conoce. "Hay claramente mucha más gente que no se ha identificado", deduce el psicólogo de Harvard Olivardia y menciona lo que los expertos llaman 'el rango subclínico'. Piensa en gente que se da atracones y se purga o que tiene problemas con la bebida pero no cumplen los criterios clínico para el trastorno de la bulimia o el abuso del alcohol. "Subclínico es en realidad un nombre inapropiado porque se asume que es menos grave o que hay menos morbilidad o mortalidad y eso no es verdad en absoluto". Las personas en en rango subclínico, argumenta, son como alcohólicos funcionales. Están en riesgo y es poco probable que sean diagnosticados o busquen un tratamiento, lo que les hace vulnerables a largo plazo.

Alternativas para tratar la distrofia muscular

Marc Coleman está ahora en un buen momento, pero todo podría haber sido diferente. El consejero delegado de una agencia de software en Filadelfia (Estados Unidos) tiene 53 años y ha estado levantando peso durante tres décadas. "Cuando era un veintañero nunca era suficiente", comenta. Podía levantar 113 kilos en barra y 158 kilogramos en press de banca. "Cuando me miraba el espejo, simplemente veía a un flacucho. Quería ser más grande".

Su punto de inflexión llegó cuando se lesionó el hombro. No podía levantar el brazo por encima de la cabeza y tenía un dolor constante, pero siguió levantando peso. "Me preocupaba que mi pecho o mis brazos se redujeran y eso me parecía peor que no ser capaz de moverme", afirma. Solo cuando tuvo que afrontar que tenía que elegir entre una terapia física y la cirugía se tomó un respiro.

Actualmente, Coleman mezcla sus entrenamientos más. Entrena cinco días a la semana y se divide entre levantar peso y pedalear un bicicleta. Un equilibrio. Pero admite que las viejas preocupaciones todavía están ahí. "Ahora estoy más interesado en estar en forma, pero, sinceramente, siento que querer estar en forma es el mismo tipo de presión".

A veces, nuestras compulsiones cambian de forma más que desaparecer. Estos asuntos no se resuelven por sí mismos si los hombres no hablan de ello. Los hombres con trastornos de imagen corporal como la dismorfia muscular pueden conseguir ayuda únicamente si hay una conversación sincera, una que incluya que sufren con el problema y a los expertos médicos puedan tratar.

El papel de los médicos en la distrofia muscular

Un nuevo estudio ha analizado cómo los doctores podrían conseguir una mejor posición en la conversación. La investigación, liderada por Mair Underwood, antropóloga de la Universidad de Queensland (Australia) apuntaba a los profesionales de la salud mental por actuar como expertos en un comportamiento patológico de los culturistas sin absorber la experiencia cultural de los hombres que luchan con su situación. "Hay dos discursos sobre la dismorfia muscular: el médico y el del culturista. Intento unirlos", asegura Underwood. "El culturismo no es patológico de manera inherente, pero la comunidad médica actúa como si lo fuera".

Durante el curso de la investigación, Underwood se sumergió en la cultura de la halterofilia y el entrenamiento duro para las metas estéticas. Dice que estaba en la mejor forma desde que había sido madre pero que tenía cambios salvajes sobre su imagen corporal y que llegó a odiar pequeñas imperfecciones. "Cuando te concentras tanto en tu cuerpo, tus sentimientos son desproporcionados", revela.

La investigación de Undewood ha documentado cómo la dismorfia muscular se ha normalizado entre la cultura culturista, cómo los participantes consideran que es parte de perseguir la perfección muscular. Esta comunidad percibe esta situación en un espectro que hace que muchos chicos vean los síntomas leves como algo positivo que motiva para entrenar más duro.

El estudio descubrió que los culturistas hablan de manera abierta entre ellos sobre la distrofia muscular, que es algo importante en particular, pero pocos de ellos lo ven cómo algo por lo que hay que buscar ayuda médica. La razón por la que no lo ven así es porque el tratamiento habitualmente incluye dejar atrás comportamientos se consideran normales en la comunidad culturista, como muchas horas de entrenamiento y el empleo de esteroides.

Los médicos necesitan intentar con mayor ahínco llegar a la gente que necesita ayuda, defiende Underwood. "Si únicamente un pequeño porcentaje se presentan al tratamiento, hay una gran cantidad de muchachos sufriendo ahí fuera", resume. "Necesitamos prevenir el desarrollo de la distrofia muscular y fortalecer la gestión de los síntomas. No podemos simplemente confiar en que la gente va a venir a tratamiento".

Por extraño que parezca, las redes sociales pueden ofrecer nuevas soluciones.

Para Diego Mercado, el culturista que terminó en Urgencias con la sangre espesa como el lodo, el fitness significa algo diferente ahora. Su experiencia le ha hecho un mejor entrenador personal en varios sentidos. Ha aprendido por las malas a evitar los atajos. Reconoce que estar sano y equilibrado es algo más importante que estar cachas.