22 de mayo del 2023
El sedentarismo se ha vuelto parte de nuestra vida desde que empezó la pandemia del COVID-19. Este hábito reduce el ejercicio físico en el tiempo de ocio y aumenta el uso de los medios de transporte como el carro o los micros para desplazarse. Tanto es así que, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos un 60% de la población “no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud”.
Perú no se encuentra entre los países más sedentarios, sin embargo, en un evento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se mencionó que somos el tercer país de la región con más casos de sobrepeso y obesidad, solo detrás de México y Chile. Además, la OMS define como sedentaria a aquella persona que realiza menos de noventa minutos de actividad física semanal.
Mucha gente confunde el sedentarismo con la inactividad, ya que son similares, pero no son lo mismo. Una revisión relativamente reciente de ambos términos define la conducta sedentaria como aquella que realiza un gasto energético apenas superior al basal; mientras que la inactividad física supone el no cumplimiento de las recomendaciones mínimas de salud.
Nuestro organismo necesita actividad y movimiento para funcionar y mantenerse adecuadamente. No proporcionárselo puede conllevar notables riesgos para la salud a corto y largo plazo. Conforme de va aumentando de edad, la gravedad aumenta y el cuerpo se va desgastando de forma natural.
Además, la actividad física influye también en nuestra salud mental. La ausencia de actividad física incrementa el riesgo de sufrir depresión y otros trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad. En el tema de las hormonas, es esencial para aquellas mujeres que tienen síndrome de ovario poliquístico.
Así como se mencionó anteriormente, el sedentarismo trae como consecuencia el sobrepeso y la obesidad, las enfermedades más comunes y suelen estar asociadas en la mayoría de casos. Esto trae como consecuencia lo siguiente: