10 de agosto del 2020
Los programas de intervención donde se ha puesto mayor énfasis y cuya investigación ha resultado más fructífera ha sido principalmente el desarrollo de programas de entrenamiento en habilidades sociales (Macintosh et al. 2006; Tse et al. 2007; Rao et al. 2007; Owens et al. 2008; Llaneza et al. 2010).
Según Llaneza et al. (2010), el objetivo básico de todo programa de entrenamiento en habilidades sociales reside en ayudar al niño que sufre algún tipo de trastorno dentro del espectro autista a desarrollar, mejorar o adquirir una mayor conciencia y comprensión de la perspectiva de los otros. De esta forma, este mostrará una mayor competencia en habilidades sociales tales como la conversación, las relaciones con los iguales, juego cooperativo, mediación en conflictos, habilidades de auto-regulación y resolución de problemas. Las sesiones suelen estar altamente estructuradas y comienzan con una evaluación de las habilidades de los individuos y finalizan con breves informes de los progresos llevados a cabo por estos.
Métodos como el role-playing o la simulación son muy utilizados en este tipo de programas, con el objetivo de generalizar las situaciones planteadas durante el programa con aquellas que suelen darse en la vida diaria. Aprender a jugar, compartir, negociar y comprometerse son habilidades cruciales que se deben enseñar a través de la combinación de una enseñanza explicita y las experiencias de la vida diaria.
Uno de los métodos ampliamente utilizados para la enseñanza de habilidades sociales en los niños con SA escolarizados ha sido el de las historias sociales. Esta técnica, desarrollada por Gray (1998), se basa fundamentalmente en la enseñanza de habilidades sociales a través de historias que describen objetivamente a personas, lugares, acontecimientos y conceptos o situaciones sociales, siguiendo un contenido y formato especifico. Estas historias deben incluir los elementos más importantes de la situación social: quién, qué, cuándo, dónde y por qué (Sibón, 2010).
Según Gray (1998), desarrollar, escribir e implementar historias sociales efectivas requiere de seis elementos básicos que veremos a continuación.
El tema de las historias sociales debe estar relacionado con aquellos miedos y preocupaciones del niño, es decir, deben ofrecer una solución a los eventos que presentan dificultad o inquietan al mismo. También deben usarse para describir situaciones futuras o introducir nuevas habilidades en el repertorio de este, con el objetivo de prevenir respuestas negativas en un futuro y preservar así la autoestima del niño.
El entendimiento de la situación a describir debe pasar por un estudio detallado por parte del instructor a través de la observación y de las entrevistas con personas relevantes. La observación de las claves principales de la situación determinará el argumento de la historia final. Estas juegan un papel esencial, ya que definen la situación y conforman la guía en la que el niño va a basar la comprensión de la historia. Las claves son interpretadas como signos predecibles que van a actuar como guías en el caos de la vida diaria. Un ejemplo de clave sería la campana del recreo, que refleja que este ha finalizado y los niños deben volver a clase.
La historia social debe ser desarrollada en función de las características individuales de aquellos estudiantes a los que se está enseñando (ej. Edad, capacidad lectora, comprensión, nivel atencional, etc.). La historia social debe transmitir información relevante, obviando detalles sin importancia y resaltando aquellas guías que resultan clave para la comprensión de la misma. Las historias se deben escribir en primera o en tercera persona. La tipología fraseológica que debe incluir las historias sociales desarrolladas son las siguientes:
La proporción de oraciones de la historia social define la relación entre la cantidad de oraciones descriptivas, de perspectiva, directivas y de control en la historia completa: las historias sociales deben describir más que dirigir. El número suele quedar entre 0 y 1 para oraciones directivas o de control y entre 2 y 5 para oraciones descriptivas o de perspectiva.
Los intereses y preferencias del niño deben influir directamente en el contenido, estilos de escritura, formato o implementación de una historia social. En este sentido, el acercamiento y la motivación del estudiante en relación al aprendizaje será mucho mayor, mejorando así el procesamiento de la información.
Se hace necesario la preparación de un borrador previo a la presentación de la historia social al niño. Este borrador debe ser revisado por los padres y las personas directamente involucradas en el aprendizaje del niño con el objetivo de evaluarlo y llevar a cabo las correcciones oportunas. Una vez establecidas las correcciones, se programa el plan de implementación, que incluye los cronogramas de presentación y los métodos de instrucción que acompañan la historia.
En la revisión llevada a cabo por Rao et al. (2007), se recoge un estudio llevado a cabo a través del desarrollo e implementación de historias sociales. Estas historias sociales estuvieron basadas en la información proporcionada por padres y profesores, además de la información recogida a través de la información directa de los niños. El contenido de las mismas se basó en las habilidades sociales que se deben manifestar durante la práctica de algún deporte en equipo, la capacidad de mantener e iniciar una conversación y participar en actividades de grupo. Las historias sociales fueron redactadas en formato libro y los padres se debían encargar de leerlas a sus hijos dos veces al día, antes y después de las clases. Los resultados obtenidos fueron significativos, observándose una mejora en el uso de habilidades sociales en los participantes.
Otro de los métodos que propone Sibón (2010) para la enseñanza de habilidades sociales, esta estrechamente relacionado con las historias sociales y es lo que se denomina "Scripts Sociales". Los scripts sociales se basan en descripciones explícitas de la secuencia de pasos a realizar en cada una de las interacciones sociales específicas. Estos pueden tener diferentes grados de complejidad. Los scripts sociales pueden contener imágenes, texto o, en la mayoría de las ocasiones, ambos.