25 de enero del 2017
En últimas fechas se ha destacado el tema de la violencia que desencadenaría el desviado uso de redes sociales, en especial entre la comunidad joven: se crean ‘hashtag’ para incitar a agresiones comunales, para saquear tiendas departamentales y otras actividades afines; los expertos aseguran que las plataformas generan una nueva gama de agresiones.
Gerardo González Torres, médico cirujano de Monte Fénix, una clínica especializada en el tratamiento de adicciones con 36 años de experiencia —destacando que las adicciones no sólo corresponden a drogas— indica que atribuir y encadenar la culpabilidad de la violencia exclusivamente a las redes sociales ‘es un poco aventurado’ y no muy acertado.
Bien puede ser uno de los tantos motivos de estas conductas entre niños y adolescentes. (Dichos patrones de personalidad) se deben a una interacción (y, hasta cierto punto, dependencia) de las plataformas en internet. (Es aquí donde entra la) adicción: enfermedad en la que se pierde la capacidad de consumir (mesuradamente) una sustancia o producto”.
Se considera adicta a una persona cuando la reincidencia en probar algo o realizar cierto tipo de actividades los obliga a modificar sus conductas habituales y rutinas ejercidas; cuando pierde la capacidad —en diversos grados— de controlar su comportamiento si es que no accede en determinado tiempo a su vicio: reiterando que no sólo se habla de drogas.
En espacios como Twitter, las tendencias pueden servir bien para empoderar una campaña en contra de, por ejemplo, la interrupción del embarazo, así como para crear una cadena y ejercer simultáneamente agresiones en ciertos lugares, momentos y personas específicas. Los trastornos se pueden manifestar en materia de…
Sexualidad, trastornos alimenticios, consumo de sustancias psicotrópicas, uso de los medios de comunicación, en este caso de aspecto cibernético; al fin y al cabo, todo les genera placer. El problema es cuando se acumulan alteraciones en el entorno”, cuando los objetivos se desvirtúan y se utilizan para intereses particulares que socavan la integridad de terceros.
‘Todo, absolutamente todo en redes sociales y medios de comunicación influye sobre las personas; genera cambios en la conducta, en las costumbres y las tendencias; sin embargo, la interpretación de la información depende del desarrollo y estructura emocional de los receptores. Destaco que es de suma importancia, incluso, la autoestima de la persona’.
Un mismo contenido no significa lo mismo para una persona con autoestima alta, o segura de sí misma, o bien informada, que para una persona con muchos complejos, antisocial, que es víctima de violencia intrafamiliar (y/o) escolar, que se deja manipular o que sigue patrones o moda”, al menos a su juicio.
La manera de combatir la influencia es, entre otras cosas, escuchar, ‘DE VERDAD ESCUCHAR a nuestros hijos, orientarlos, mantener una buena relación, en medida de lo posible, que exista esa confianza; hablar a los menores con respecto a diversos temas de diversos aspectos de la vida y la comunidad. Enseñar a diferenciar lo correcto de lo incorrecto’.
Podemos identificar ciertos patrones con ligeros cambios en la conducta de los niños y jóvenes, y aclaro que son muy ligeros cambios en sus maneras. Hablándolo y tratándolo se pueden evitar algunas actitudes que resultarían peligrosas. En casos más graves, no hay que dudar sobre intervenir en temas más vulnerables, de índole psicológica”.
Hay ocasiones en que los familiares desconocen en su totalidad que un niño o adolescente padece de trastornos como psicosis y que necesita ayuda profesional; González Torres asegura que el pasar por alto estos aspectos de salud posiciona a la persona no tratada y a los que lo rodean en peldaños de vulnerabilidad.
En redes sociales abunda mucha información, y mucha carece de sustentos válidos. Es cierto que podemos encontrar contenido fundado y oficial, pero (el relativo fácil acceso) ha hecho que cualquiera pueda difundir u opinar sobre algo o alguien. Hay muchas cosas falsas que no proporcionan conocimiento alguno, y eso, mal manejado, puede llegar a los jóvenes”.
El médico cirujano enfatizó que hay receptores que carecen de la madurez intelectual y emocional para discernir de todo el flujo de información que está a su disposición: ‘a los niños hay que darles tiempo en calidad y no en cantidad. A veces hacemos que los escuchamos o los medio escuchamos. Esto genera que ya no se sientan en confianza’.
Y que ya no nos deseen contar lo que les sucede en el día a día. Decirles mentirosos o desacreditar lo que cuentan es lo que genera un trecho en la apertura al diálogo. Hay que ver cuál es la preocupación que los ocupa en cada momento de sus agendas personales”: están en una etapa en la que necesitan orientación, ejemplos y restricciones.
Fuente - excelsior.com.mx
25/01/2017