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  • La droga del futuro que ya llegó

01 de August del 2016

Fue un operativo de casualidad. El Fiat Duna en el que iban los cinco jóvenes pasó por una esquina céntrica de la ciudad de Cosquín a gran velocidad, por lo que los ocupantes de una patrulla le hicieron señas para que se detuviera.

Lejos de hacer caso, el conductor del auto aceleró aún más, por lo que se inició una breve persecución que finalizó en la esquina de Marimón y San Martín, en el Centro de esa ciudad de Punilla.

En aquella madrugada del 8 de marzo del año pasado, los cuatro varones y la jovencita de 19 años fueron obligados a bajarse del vehículo.

Fue entonces que los policías encontraron, dentro de la mochila negra y roja de ella, una caja metálica con 16 pastillas de éxtasis y un trozo de papel rosa que escondía media dosis de ácido lisérgico.

En la guantera del rodado había un frasco con más pastillas de éxtasis trituradas y otro recipiente, también de vidrio, con popper, una droga sintética que se inhala.

Los cinco jóvenes eran oriundos de esa ciudad y de La Cumbre. Pretendían viajar a La Calera, ya que tenían entradas para asistir a una fiesta electrónica que se iba a desarrollar en un local nocturno de esa localidad.

Las dudas siempre quedaron flotando en la investigación.

¿De dónde habían obtenido la droga? ¿Para qué llevaban tanta cantidad? ¿Acaso alguien los apañaba en esa fiesta? Tenían una cantidad importante de entradas, que excedía a las cinco que eran para ellos.

El caso puso en foco, aquella vez, el desconocido mundo de las drogas sintéticas en Córdoba.

Sólo cinco años atrás, el entonces jefe de Drogas Peligrosas de la Policía de Córdoba, el comisario Rafael Sosa, negaba de manera pública la presencia de éxtasis y LSD en las calles de Córdoba.

No era una afirmación categórica, pero en aquel entonces no aparecían en los secuestros. Tampoco, en el discurso generalizado de los jóvenes y más grandes que conforman una de las diversas tribus urbanas de la noche cordobesa: las rave (fiestas de música electrónica).

Hoy, nadie se atreve a poner en duda la proliferación de las drogas sintéticas o de diseño en la provincia.

Un cartón de LSD se consigue por entre 200 y 500 pesos, lo mismo que una pastilla de éxtasis. También hay popper y ketamina (un alucinógeno que se consigue en veterinarias como analgésico), cuyos precios en el mercado ilegal rozan similares montos.

Detrás del espanto

En los últimos tiempos, los debates públicos en torno de estas drogas aparecen detrás de las tragedias.

Francisco Mignola (19) murió el domingo 26 de octubre de 2014 en un hospital de La Falda, horas después de haberse descompensado en una fiesta electrónica clandestina que se desarrollaba en la estancia El Silencio, ubicada en el Camino del Cuadrado.

Según la autopsia, había consumido marihuana, cocaína, éxtasis y popper.

La peor noticia llegó el 16 de abril último, cuando cinco jóvenes fallecieron intoxicados tras consumir éxtasis en una megafiesta electrónica que se desarrolló en Costa Salguero, Buenos Aires.

Ahora, hace siete días, Tania Abrile (38) murió al descompensarse tras tomar éxtasis (aún no se sabe en qué cantidad) durante una masiva fiesta electrónica desarrollada en el Orfeo Superdomo, de la ciudad de Córdoba.

Además, durante el último verano, dos controles diferentes de la Policía Caminera en la ruta E-53, camino a Río Ceballos, permitieron encontrar más de 100 dosis de LSD y 12 pastillas de LSD.

Ambos casos dieron origen a investigaciones que llevaron a allanar viviendas particulares de allegados a los detenidos en un primer momento, donde se hallaron más drogas de este tipo.

Incluso, en uno de estos episodios, uno de los jóvenes sorprendidos con éxtasis en el control de la Caminera se descompensó.

Aunque no se logró demostrarlo de manera concreta, esas noches se celebraban fiestas electrónicas en diferentes predios ubicados a un costado de la ruta, por lo que se sospecha que los jóvenes llevaban la droga para venderla allí.

Otro muchacho rosarino fue apresado por la Policía Federal, en enero, durante una fiesta electrónica al pie del Pan de Azúcar, en jurisdicción de Villa Allende.

Cuando la música se apaga

Asociadas de manera trágica a estas rave donde los corazones palpitan al ritmo de la música “al palo” que proponen los disc jockey , el submundo clandestino de las drogas de diseño reconoce su génesis en el silencio exterior a las fiestas.

Investigadores de fuerzas de seguridad nacionales, policías provinciales toxicólogos y consumidores fueron entrevistados para esta nota con el objetivo de trazar un mapa más actual sobre la llamada droga del futuro, que ya llegó a Córdoba para quedarse.

A diferencia de las sustancias más “tradicionales”, como la cocaína o la marihuana, estas pastillas que estimulan el sistema nervioso central se generan sólo en laboratorios, sin la necesidad de cultivar nada.

Son expertos en químicos los que están detrás de estas drogas, que hace tiempo han puesto en jaque los mecanismos usuales de prevención policial.

En Córdoba, por ejemplo, los perros de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) no tienen capacidad para detectarlas con el olfato. Tampoco el escáner. Por eso es fácil introducirlas en pequeñas cantidades en espectáculos masivos.

También se carece, a nivel judicial, de un sistema de análisis completo a nivel químico, que permita dilucidar la real composición de las sustancias que se secuestran.

Peligrosa

De todos modos, para un investigador de una fuerza de seguridad federal –su nombre se reserva porque no tiene autorización para hablar con periodistas–, que hace años se ha especializado en este tipo de sustancias, lo que se comercializa en la provincia “es basura”.

“Es el paco de las drogas sintéticas”, comparó, y aclaró: “Viene todo de Rosario y de Buenos Aires; hasta ahora no se halló ningún laboratorio que desarrollara estas pastillas en Córdoba. Como está difícil hoy conseguir efedrina, que es clave en la composición, se la saca de decantaciones químicas de otras sustancias legales que sí la tienen, pero en ese proceso, por lo general, te llevás un montón de otras drogas”.

En ese sentido, el jefe de Toxicología del Hospital de Urgencias de Córdoba, Daniel Gómez, ya supo alertar que con este tipo de drogas, el que las ingiere no sabe exactamente qué está consumiendo.

Hasta hoy, no se ha detectado a ningún proveedor importante en la plaza Córdoba. Aunque se da por descontado que deben existir.

“Lo que acá se toma –insistió el investigador federal– no es la fórmula pura de las anfetaminas”.

No se trata de distinguir entre drogas “buenas” y “malas”, ya que todas son nocivas para la salud, según siempre se ocupa de aclarar la toxicóloga Nilda Gait, sino que aquí se busca una descripción sobre la composición de estas pastillas.

La comercialización ilegal de éxtasis y de LSD es muy diferente a la de otro tipo de drogas.

No hay, por lo general, “quioscos” en los barrios que las expendan de manera casi pública, como sucede con la marihuana y la cocaína.

El alto precio es uno de los factores que desalientan la demanda masiva. También que no existen grandes cargamentos, según lo que se ha investigado hasta ahora.

Esto, sumado a la desconfianza que existe en cuanto a su elaboración –una droga de diseño adulterada puede resultar fatal en el acto–, hace que el mercado clandestino esté regulado de otra manera.

Se trata de una venta sobre la base de la confianza, entre conocidos o a través de contactos en común.

“El que toma estas drogas de manera usual no le va a comprar a cualquiera en una fiesta electrónica, porque casi siempre ahí te venden la peor porquería, ya vencida. El que conoce el tema, compra antes, a alguien de confianza, que le dé garantía del producto”, contó un consumidor.

Así, de manera imperceptible, este joven camina por el Centro de Córdoba, toca el portero eléctrico de un edificio, sube unos pisos y alguien lo hace esperar dos segundos en el pasillo. Por la puerta entreabierta, se observa a una pareja joven con un niño de pocos meses. El muchacho vende un cartón de LSD o pastillas de éxtasis, sin llamar la atención.

Miles en pocos kilos

El 5 de este mes, se secuestraron cerca de 35 mil pastillas de éxtasis en la Aduana de Paraná, en una encomienda de sólo ocho kilos. En el procedimiento, los agentes de la Policía Federal detuvieron a una mujer de 47 años, que iba a retirar el paquete procedente de Alemania. A comienzos de junio, otro cargamento de 33 mil pastillas fue encontrado en Paraná, y también había sido enviado desde Alemania. Para cubrirse, la organización mandó a un remisero a buscarlo.

Las claves de la causa por la muerte de Tania

Fallecimiento. Tania Abrile (38), una artista plástica que vivía en la ciudad de Río Tercero, murió el domingo 24 de junio tras descompensarse, a la madrugada, en una fiesta electrónica realizada en el Orfeo Superdomo, de barrio Alto Verde, de la ciudad de Córdoba.

Según sospecha la Justicia provincial, la mujer sufrió una primera descompensación alrededor de la 1.30, por lo que fue asistida en la zona sanitaria armada de manera especial para el evento. Dos horas después decidió volver a la fiesta y alrededor de las 5.30 regresó al lugar de la asistencia, porque continuaba con mareos y otros síntomas. Cuando intentó retirarse cerca de las 7 (ya la fiesta había finalizado), su cuadro se agravó, por lo que fue trasladada al Hospital de Urgencias, donde murió minutos después de haber sido ingresada.

Causa 1. La fiscal provincial Liliana Sánchez investiga las circunstancias del deceso de Tania Abrile. En ese sentido, el viernes recibió un primer informe de autopsia que indica que la mujer había ingerido éxtasis la noche en que murió. Aún no se establecieron las cantidades que tomó y si esto fue la causa directa de su descompensación. Mañana recibirá otro informe forense.

Precios. La entrada para la fiesta electrónica en la que se presentaba el disc jockey inglés John Digweed se vendieron a partir de los 450 pesos. En el interior, la botella de agua de medio litro se vendía a 40 pesos, apuntaron asistentes al evento. Estos jóvenes remarcaron que adentro no advirtieron que la capacidad estuviera colapsada y valoraron la organización, a cargo de la firma Buenas Noches Producciones, en comparación con otras fiestas similares que se desarrollan en la provincia.

Causa 2. En paralelo, se abrió en el Fuero Provincial de Lucha contra el Narcotráfico –persigue la venta al menudeo de drogas en Córdoba– otra causa conexa, en la que ya no se investiga cómo murió Tania Abrile, sino el comercio ilegal de éxtasis y otras drogas sintéticas en la fiesta electrónica. 

El fiscal a cargo, Marcelo Sicardi, ordenó allanar el domicilio de uno de los dueños de Buenas Noches Producciones –la empresa organizadora de la fiesta– Héctor Baistrocchi (el otro propietario es Iván Aballay). 

Durante martes y miércoles, la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) realizó diversos operativos bajo directivas de Sicardi. La FPA no había sido convocada a la prevención en la fiesta.

 

 

Fuente - lavoz.com.ar
              Juan Federico 
              01/08/2016