25 de November del 2015
Aunque no existan estadísticas oficiales, las estimaciones son alarmantes y señalan que entre un 0,5% y un 2% de la población es adicta al juego en nuestro país. Lo más llamativo es que hay un cambio progresivo en el perfil del ludópata; son cada vez más jóvenes, tienen un mayor nivel de formación y un acceso fácil a múltiples propuestas en la red.
Ya no hablamos únicamente de engancharse al bingo, al casino y a las tragaperras, hablamos de la adicción a las máquinas de apuestas deportivas y al juego online, regularizado en junio de 2012. Efectivamente, las apuestas son la segunda causa de ludopatía.
Gracias a internet y al acceso a las nuevas tecnologías un clic es suficiente para conectarnos desde cualquier lugar con cualquier sitio del planeta y sin restricción horaria. Esta situación, como mencionábamos, ha modificado la edad de los adictos. Si antes el perfil se asociaba más a personas de edad adulta/avanzada, hoy nos encontramos con jóvenes en su mayoría de entre 16 y 25 años.
La ludopatía o juego patológico es considerado un problema psicológico que afecta todos los aspectos de la vida; la persona percibe que tiene todo bajo control, pero le resulta imposible aplazar el impulso o deseo por jugar.
Con frecuencia un familiar o las personas más cercanas van detectando los cambios en el estado de ánimo del ludópata (irritabilidad, mal humor, poca tolerancia, preocupación intensa, ansiedad, insomnio, etc.). Pero esa detección no siempre es inmediata; básicamente porque los ludópatas no acuden diariamente y a toda sala de juego que encuentra a su paso, sino que por lo general, fijan su atención en una o dos y puede acudir con una frecuencia regular, pero espaciada.
En el caso del los jugadores online, también es complicado porque casi todos poseen un móvil con acceso a internet y con los múltiples usos que puede darse con la tecnología, es muy difícil distinguir en qué actividad concentran su atención y su interacción.
Los jugadores patológicos tienden a tener una serie de problemas en distintas áreas de su vida a causa del juego. Estas consecuencias son las siguientes:
Y además de todo ello, una profunda convicción de que todo está bajo su control. El jugador compulsivo no puede dejar de jugar sólo por fuerza de voluntad, es decir, puede abstenerse por un tiempo, pero en algún momento a partir de alguna situación detonante, el impulso triunfará por sobre la voluntad y por sobre las promesas.
Tratamiento para superar la adicción al juego
Como hemos visto, este proceso requiere de la voluntad de recuperación, pero en la mayoría de los casos, es necesaria ayuda y supervisión idónea y profesional. Así lo asegura Manel Colomer, director de psicologíaespecializada.es y sinconsumir.com quien acompaña a las personas en el proceso de recuperación, brindando el apoyo y la asistencia que requiera cada caso.