31 de March del 2015
Desde 2004 funciona en Santa Fe Narcóticos Anónimos, una agrupación que lucha para que sus asistentes aprendan los unos de los otros a vivir sin drogas y a recuperarse de los efectos que la adicción trajo a sus vidas. Sin distinción de raza, religión o partido político, la confraternidad está abierta a todos los que “quieran permanecer limpios”, no distingue sobre la sustancia de consumo (legales o ilegales, incluido el alcohol) ni la cantidad, es gratuita y es confidencial.
Divididos en tres grupos de trabajo, que se reúnen en distintos horarios y espacios geográficos de la ciudad (ver recuadro), Narcóticos Anónimos son guiados y coordinados por adictos en recuperación que luchan por permanecer en el camino del no consumo compartiendo sus experiencias, fortalezas y esperanzas.
Tal es el caso de Conrado y Marcelo, dos jóvenes que están a cargo de la coordinación de los grupos en la ciudad y quienes a pesar de que hace mucho tiempo no consumen se siguen llamando a sí mismos como “adictos”. Consultados al respecto, el primero de ellos aseguró: “La Organización Mundial de la Salud considera a la adicción como una enfermedad física y psicoemocional que es crónica, progresiva y puede ser fatal; en consecuencia por más que pasemos años sin consumir vamos a seguir diciendo que lo somos porque en cualquier momento se puede tener una recaída”.
Es sobre ese punto que el joven hizo alusión a que el programa que el grupo lleva adelante se basa en un proyecto diario que se propone vivir de un día a la vez con una frase de cabecera que dice «solo por hoy no voy a consumir», ya que consideran que al repetir esa meta pueden lograr el objetivo último del grupo que es vivir sin droga ni adicciones.
“Nuestra experiencia nos demuestra que esta enfermedad la vamos a tener toda la vida, que avanza a pasos agigantados y que si no se la consigue frenar uno terminará enfermo, detenido o muerto”, comentó Conrado y agregó: “Por eso en Narcóticos Anónimos uno encuentra a pares que pudieron detener el proceso cruel de esta enfermedad y salir adelante a pesar de que al principio parezca algo imposible de lograr”.
“Yo cuando empecé el grupo no tenía deseo de dejar de consumir, solo me acerqué porque quería salir del sufrimiento que sentía”, comentó Marcelo y completó: “Pero cuando entré al grupo y comencé a escuchar las historias de otros que la habían pasado como yo y que habían mejorado, supe que quería eso. Fue un cambio importante para mí tanto a nivel personal como familiar y hasta laboral”.
Por otro lado y en referencia a la libertad de apertura de la entidad, los jóvenes afirmaron que no hacen diagnóstico ni prevención y que a las reuniones puede asistir todo el que lo necesite. Asimismo dejaron en claro que si bien la función de las reuniones siempre es proporcionar un ambiente adecuado y fiable de recuperación personal, el formato de las mismas varía: las hay de participación, de preguntas y respuestas, de orador, de discusión sobre un tema, u otras.
“Quizás millones de personas oyeron hablar alguna vez de la entidad desde su iniciación en Estados Unidos en 1953, pero quizás no le dieron importancia sin tomar dimensión de que a través de ese folleto que tuvieron en sus manos podrían ayudar a alguna persona”, explicó uno de ellos y otro agregó: “Esta es una enfermedad que se puede detener y que quienes se lo proponen pueden encontrar una mejor calidad de vida”.