Te hablamos de las adicciones
  • El cerebro adicto

27 de September del 2018

VerĂ³nica Guerrero Mothelet

Los propósitos de las adicciones pueden variar, pero la respuesta conductual es la misma, ya que todas estas adicciones provocan la misma reacción en la química del cerebro. Este descubrimiento ha significado un progreso para prevenir y remediar las adicciones.

Las adicciones ahora son vistas como una enfermedad crónica caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de una sustancia a pesar de saber los daños que ocasiona. La adicción se puede tratar, y aunque no se consiga una cura definitiva, el tratamiento incrementa la calidad y la duración de la vida.

Nueva perspectiva

La ciencia empezó a estudiar la conducta adictiva en 1930, cuando las personas adictas a drogas y alcohol eran consideradas carentes de voluntad y moralidad. Estas ideas fueron la premisa de por qué su abuso se le consideraba un problema moral y no de salud. A raíz de importantes descubrimientos que empezaron en la última década del siglo pasado, se ha ido transformando nuestra comprensión de las adicciones y la imagen del adicto.

La investigadora mexicana-estadounidense Nora Volkow, quien estudió medicina en la UNAM y es hoy directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés), observó en imágenes cerebrales la influencia de las drogas sobre diversas zonas del cerebro y encontró la causa física de la dependencia de sustancias como la cocaína y los opioides. "Esto nos llevó a entender por qué los pacientes, aunque quisieran, no podían dejar las sustancias por sí solos, sino que realmente necesitaban tratamiento". La adicción es una enfermedad del cerebro porque las drogas modifican la química, la estructura y el funcionamiento de ese órgano.

Enfermedad crónica

En la primera etapa, las personas utilizan sustancias para alcanzar la euforia que brindan. El cerebro empieza a adaptarse a la sustancia y aparecen los primeros signos de dependencia: consumir la droga de manera regular, imposibilidad de dejarla, gastar en droga más de lo que se tiene, extralimitarse para obtener droga (incluso robar) y sentir que se necesita la droga para funcionar cotidianamente.

El abuso de sustancias altera algunas zonas del cerebro: el tallo cerebral, que controla el ritmo cardiaco; la respiración y el sueño; la corteza cerebral, que procesa la información sensorial y nos permite pensar, planear, resolver problemas y tomar decisiones, y el sistema límbico, donde se aloja el llamado circuito de recompensa del cerebro. 

Las drogas obstaculizan al cerebro la comunicación, interfieren en el proceso de intercambio de información neuronal. La mayoría de las drogas interfieren con la actividad de un neurotransmisor llamado dopamina, que desempeña un papel fundamental en las sensaciones de placer. "El cerebro está condicionado a repetir conductas que permiten la supervivencia y las drogas actúan produciendo una activación mucho mayor de la que ocurre en las situaciones naturales de recompensa", explica la doctora Medina Mora. Así, cuando falta la droga el cerebro ya no cuenta con dopamina suficiente y la persona deja de disfrutar cosas naturalmente placenteras, lo que conduce a la apatía y a la depresión. 

Cuando el cerebro se acostumbra a los altos niveles de dopamina, comienza el síndrome de abstinencia, presentando síntomas de  ansiedad, irritabilidad, náuseas, insomnio, episodios de sudoración, temblores y psicosis.

La tolerancia a las drogas puede generar cambios muy profundos en las neuronas y en los circuitos cerebrales, con efectos que pueden ser graves. Por ejemplo, si el abuso de drogas altera la concentración óptima de un neurotransmisor llamado glutamato, que participa tanto en el circuito de la recompensa como en la capacidad de aprender, el cerebro intentará compensar el cambio dañando en ocasiones la función cognitiva. Este condicionamiento es tan fuerte que puede resurgir incluso tras muchos años de abstinencia.

Dependencia física

Para que se desarrolle una adicción importa igual lo adictiva que sea la droga, su disponibilidad y lo aceptable que la considere la sociedad. Hay 3 veces más adictos a la nicotina que a la cocaína y esto tiene que ver con que la nicotina es más fácil de adquirir y su consumo es más aceptado por la sociedad. En el caso del alcohol, otra droga de fácil acceso y con amplia aceptación social, entre el 10 y el 15% de las personas que beben desarrollan la dependencia. Uno de sus principales síntomas es el aumento de la tolerancia; es decir, se necesita beber más para experimentar los efectos deseados. La tolerancia se desarrolla muy rápido.

La primera vez que bebemos el efecto es fuerte. Luego crece la tolerancia y aunque mucha gente controla su uso, ese control se pierde en los adictos.

Fuente: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/177/el-cerebro-adicto