24 de August del 2018
Rodolfo Tapia Juayek
El tabaco (Nioctiana tabacum) es una planta que se usa desde hace siglos y es originaria de América; se dice que el vocablo “cigarro” deriva del maya “ski-ar”, que significa fumar. Los españoles, a su llegada encontraron que se fumaba con fines medicinales o ceremoniales en las Antillas, México, Brasil, la Florida y Virginia, y a su regreso lo llevaron a España e Inglaterra.
Al principio el tabaco no fue aceptado en Europa por considerar que fumarlo era desagradable y sucio y que dañaba a los pulmones y al cerebro. Los fumadores eran perseguidos; algunas leyes condenaban el uso del tabaco y la religión lo consideraba nocivo y pecaminoso. A pesar de ello, su empleo se fue generalizando hasta ser un hecho socialmente aceptado, signo de cultura y distinción. En el siglo XX su uso se extendió, principalmente en forma de cigarrillos y surgieron controversias sobre sus efectos; algunos consideraban que era una costumbre placentera e inclusive le atribuían propiedades medicinales, mientras que otros decían que era un hábito dañino y de mal gusto. Coincidiendo con su generalización se empezó a observar el aumento de varios padecimientos, entre los más graves: cáncer de diversos órganos, sobre todo del pulmón, enfermedades de las vías respiratorias bajas, padecimientos cardiovasculares y otras. A pesar de que se han demostrado los efectos nocivos del hábito de fumar, las autoridades sanitarias ven sus acciones debilitadas ante 3 factores importantes:
a) La falta de deseo de la mayoría de los fumadores para dejar el hábito.
b) Las factores económicos.
c) La publicidad.
Convendría evaluar seriamente el papel de esta última. En los anuncios se hace aparecer a los fumadores de ambos sexos como jóvenes audaces, trabajadores, deportistas, estudiantes o en traje de fiesta, sensuales, agresivos o intrépidos, que disfrutan de la vida cada uno en su ambiente y encienden un cigarrillo para gozar más el momento, crear una atmósfera de más confianza o intimidad o relajarse durante el descanso. Esto es una broma de mal gusto, pues más que contribuir a disfrutar de un ambiente agradable y maravilloso o de un sabor placentero, el cigarrillo, como ya se dijo, contribuye a que aumenten entre los jóvenes las posibilidades a corto plazo de envejecimiento, enfermedad, invalidez y muerte antes de lo debido. El problema más serio es la falta de deseo de los fumadores de abandonar el hábito; en nuestro país no se tienen datos; pero en Estados Unidos se calculó que en 1977 se perdieron 27 billones de dólares por cuidados médicos, accidentes, ausentismo y horas de trabajo perdidas, todo a causa del tabaco.
http://www.revistaciencias.unam.mx/en/1345-tabaquismo.html