20 de July del 2016
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El consumo de sustancias psicoactivas en edades tempranas se ha incrementado en los últimos años. Su diagnóstico, tratamiento y rehabilitación física y social son un reto para la sociedad y gobiernos así como para los jóvenes y familias que sufren las consecuencias directas e indirectas de la enfermedad que viven.
Ante esto se han creado objetivos internacionales para reducir la demanda del consumo de sustancias psicoactivas. La reducción de la demanda según la OEA 2013 “significa evitar y prevenir el primer consumo de drogas, así como abordar las consecuencias negativas tanto para la salud como para la sociedad originadas por el uso indebido de alcohol y otras drogas por medio de programas de tratamiento, rehabilitación y reinserción”.
Diversos estudios plantean que la edad que representa la adolescencia es el principal momento de contacto de conocimiento y de uso de alcohol, tabaco o alguna otra droga legal o ilegal.
Según la UNICEF (2013) la adolescencia “es esencialmente una época de cambios. Trae consigo enormes variaciones físicas y emocionales, transformando al niño en adulto. En la adolescencia se define la personalidad, se construye la independencia y se fortalece la autoafirmación. La persona joven rompe con la seguridad de lo infantil, corta con sus comportamientos y valores de la niñez y comienza a construirse un mundo nuevo y propio. Para lograr esto, el adolescente todavía necesita apoyo: de la familia, la escuela y la sociedad, ya que la adolescencia sigue siendo una fase de aprendizaje”.
Bajo esta premisa podemos decir que la adolescencia es una etapa del desarrollo humano donde se manifiestan diversos cambios físicos, emocionales y sociales que conllevan a que el adolescente comience a experimentar una nueva etapa de su vida la cual será importante para el desenvolvimiento de los próximos años. Es aquí donde el adolescente puede comenzar a manifestar aspectos importantes de consumo de sustancias psicoactivas que pueden transformar su vida y hacerla más compleja.
El fenómeno de la adicción es multifactorial y dentro del tema de la adolescencia no es la excepción. Podemos observar que los cambios biológicos importantes relacionados con el consumo de sustancias se encuentran en distintas áreas cerebrales.
Una de estas áreas que continúa con el proceso de maduración es la “corteza prefrontal”, que es la parte encargada de evaluar situaciones, tomar decisiones, mantener emociones y deseos bajo control. Cabe destacar que el adolescente en esta fase es un sujeto vulnerable y propenso a tomar decisiones incorrectas por lo que el consumo de sustancias en esta etapa puede ser nocivo para el desarrollo cerebral dejando daños a corto mediano o largo plazo que pueden ser irreversibles. (NIDA, 2013).
Por otro lado, la baja precepción de riesgo, permisividad del consumo de sustancias y por lo tanto la presión social que vive el adolescente, son algunos de los factores que pueden propiciar el uso y abuso de sustancias por parte de los jóvenes.
Un aspecto importante es la estructura y la composición familiar. Un adolescente que vive una situación familiar de pobreza económica y educativa, con violencia o abuso intrafamiliar, falta de comunicación, marginación, el uso y abuso de sustancias por parte de alguno o ambos padres, es más propenso y vulnerable a desarrollar una adicción que un adolescente que muestra relaciones familiares óptimas, aunque en este último no lo exime de la vulnerabilidad y las probabilidades de ser un usuario de alguna sustancia debido a sus relaciones sociales en otros medios. (Muñoz-Rivas, 2001)
Otro aspecto social de importancia para el consumo es la es la relación de pares que orillan al adolescente a tomar la decisión de consumir alguna sustancia, por diversión, aceptación, entre otras, aunado a la cantidad de mercadotecnia referida al consumo de sustancias legales que potencian con su accesibilidad y precio a la decisión equivocada de consumir la sustancia. (Urquieta, 2006)
Debido a los aspectos multifactoriales encontrados en las circunstancias biopsicosociales los adolescentes pueden caer en los problemas del uso, abuso y dependencia de sustancias psicoactivas que se vuelve una enfermedad crónico degenerativa y que posteriormente desgasta en todo sentido a actores del mismo padecimiento.
Ante este panorama es importante encaminar adecuadamente la información sobre drogas, que se prevé dar a la población en edad de riesgo de consumo, siendo el ámbito escolar donde se pueden centrar intervenciones en el aprendizaje de habilidades y a su vez fomentar la relación entre la misma escuela, familia y comunidad hasta llegar al punto donde pueda servir de plataforma para potenciar actitudes saludables en los tres ámbitos que repercuten directamente en los más jóvenes.
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