22 de August del 2011
“Habíamos estado casados 14 años y teníamos una empresa lechera exitosa. Además, yo tenía un buen trabajo en el Sistema de Servicio Social. Teníamos una casa recién remodelada con casi todo pagado, estábamos sanos y hacíamos viajes ocasionales a Disney con los niños. Por supuesto que nuestro matrimonio tenía problemas, que yo interpretaba como crisis de la mitad de la vida o las diferencias entre hombres y mujeres.
Los primeros signos
Probablemente su adicción al juego estuvo frente a mí mucho tiempo, pero yo no podía, o no quería verla: Cuando los cobradores llamaban a casa, dirigía las llamadas a mi esposo. Más tarde, varios directivos de instituciones financieras locales de nuestras cuentas llamaron para decir que había rumores de que estábamos involucrados en apuestas. Cuando le pregunté a mi esposo por qué nunca me dijo nada, respondió que creía que yo ya sabía. Muchos de nuestros acreedores no estaban preocupados porque yo tenía un salario profesional y creían que con el tiempo pagaríamos las cuentas. Mientras lidiábamos con préstamos y deudas todo el tiempo, ellos entendían tan poco como yo acerca del juego compulsivo y todo lo que conlleva.
Vivir con un jugador compulsivo
En sólo unos meses, los niños y yo nos enfrentamos a varias realidades:
El juego compulsivo nos sigue afectando a mí y a mis hijos, incluso 5 años después de la crisis. Nuestro trabajo es seguir adelante y movernos con lo que tenemos. Poco a poco nos hemos recuperando, y hoy un pequeño perro es parte de nuestra modesta familia. Vivimos unos por los otros, y somos una versión de la felicidad que se adquiere después del largo y doloroso camino de la recuperación”.
* Fragmento tomado y traducido de “Beyond the Odds” (boletín trimestral sobre los problemas de juego, financiado por el Departamento de Servicios Humanos de Minnesota)
Si crees tener problemas con tu forma de jugar o conoces a alguien que los tenga, no sientas miedo de pedir ayuda. Acércate a nosotros y te haremos una valoración para determinar si necesitas tratamiento. No esperes a perderlo todo… En Umbral, la puerta está abierta.
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