22 de August del 2011
Linda Bucay
“En México, 163 personas fallecen al día por problemas asociados al consumo del tabaco y hay poco más de 32 millones de bebedores de alcohol, cuyo consumo se relaciona con el 60% de los casos de violencia intrafamiliar y ocasiona hasta 60% de accidentes de tránsito. El 23% de las defunciones provocadas por conductores intoxicados, ocurren en jóvenes de entre 15 y 24 años de edad. A la par, existe un preocupante aumento exponencial en el consumo de metanfetaminas y otras drogas químicas entre los adolescentes”. Datos recopilados de la Campaña Nacional de Información para una nueva Vida 2009... No por ser parte de la Comunidad Judía de México, estamos exentos de estas estadísticas tan alarmantes.
A pesar de que las adicciones parecen ser un tema conocido, tendemos a pensarlo lejano y ajeno a nosotros mismos. Muchas veces es difícil afrontar la pregunta de qué tan cerca estamos de él, o más bien, cuál es la responsabilidad que nos toca. Es común también, que tanto en el inicio como en el curso de la adicción, la mirada se sitúe en el que consume, en su aparente irresponsabilidad o en la mala influencia de su grupo social, debido al miedo que nos genera tomar partido en su difícil y dolorosa situación. Pero esta reacción ha dejado el problema semioculto, lo cual le ha permitido crecer de una forma que de pronto, se sale de nuestras manos. Generalmente pasa un largo tiempo hasta que él mismo, o quienes lo rodean, perciban y afronten su ingesta de alcohol o drogas, su compulsión al juego o sus hábitos alimenticios, como un problema. Hay casos, en los que desgraciadamente tienen que suceder acontecimientos trágicos e irreversibles que incluso, arrebaten vidas. Las preguntas jamás hechas son las siguientes: ¿En dónde estaba la familia? ¿Quién pagaba las cuentas en los antros? Cuando quería hablar de sus problemas ¿en dónde estaban sus amigos, sus padres, sus profesores?
Un poco de Información
Se considera “adicción” a cualquier actividad que el individuo no sea capaz de controlar, que lo lleve a conductas compulsivas y perjudique su calidad de vida. Así puede haber, por ejemplo, adicción al juego (ludopatía), a la comida, a la nicotina, a los fármacos, etcétera. La adicción está considerada como enfermedad debido a sus efectos en la salud física, psicológica y social. Asimismo, porque en la persona aparecen síntomas como señales de alerta, para indicarnos que hay una complicación en cualquiera de estos niveles. La adicción genera consecuencias a nivel emocional y disminuye las funciones de autocontrol y autocrítica. Esto significa que los niveles de juicio se ven alterados, trayendo funestas consecuencias en la realidad cotidiana: manejo de autos por adolescentes intoxicados, episodios de violencia o falta de cuidado en sus relaciones sexuales, aumentando de la cantidad de embarazos no deseados y transmisión sexual de enfermedades, entre muchas otras. Los riesgos varían, pero en todos los casos, la calidad de vida de los individuos que consumen y de quienes lo rodean, se ve cada vez más lastimada. En caso de no ser diagnosticada a tiempo, la adicción puede resultar discapacitante e incluso mortal.
Es importante mencionar, que una vez que la persona ha llegado a desarrollar cierta dependencia a una sustancia, dejar de consumir ya no depende de su fuerza de voluntad o de su falta de responsabilidad, pues la necesidad de ingerirla se convierte en una necesidad fisiológica, como la tos en un enfermo de bronquitis. Es por eso que, como en cualquier otra enfermedad, se requiere de cierto tratamiento profesional para salir de ella.
Las adicciones no distinguen entre religión, edad, sexo o nivel socioeconómico, sin embargo, una parte de la población particularmente vulnerable, son los jóvenes. Es verdad que la familia, como primer marco de referencia para la formación y desarrollo de la personalidad, es determinante en cuanto al tema de las adicciones. Es por eso que el lugar primordial para prevenir cualquier adicción fue, es y será la familia. Pero hay circunstancias en las que ésta necesita la colaboración de las instituciones y docentes para poder cumplir su misión. Es por eso que para poder realizar un trabajo significativo, debemos quitarnos la venda de los ojos y darnos cuenta de que las adicciones son un tema grave y real, que destruyen por todas partes; personas, relaciones y familias enteras. Si lo analizamos un poco más a fondo nos daremos cuenta de que todos somos parte de un sistema que cada vez se ve más dañado a distintos niveles, por el consumo de alcohol y drogas.
Es entonces como cada uno desde su posición de padre, hijo, profesor, hermano, líder de opinión, madrij, o cualquiera que sea, debe de preocuparse por transmitir valores que proporcionen las herramientas necesarias para que los individuos tengan la capacidad de tomar decisiones saludables, conociendo los riesgos y trabajando en sus propias emociones. La tarea consiste en lograr que nuestros jóvenes sientan el apoyo de sus amigos, familiares y educadores, creando espacios de diálogo y reflexión, de escucha y apoyo, en los cuales se detecte a tiempo si existe un problema de pudiera desencadenar en una adicción. La omisión de este tema, implica la negación de una realidad de la que todos somos parte, y de algún modo, favorece el consumo silencioso y destructor.